El caso del hombre de 70 años que ayudó a morir a su mujer, enferma de esclerosis múltiple desde hace 30, en situación terminal y totalmente dependiente de los cuidados de su marido y de la morfina que él le administraba para paliar sus dolores, ha entrado en el fragor de la campaña electoral. El debate es delicado y está sometido a cuestiones de conciencia y moral, como lo es el aborto. Todas y cada una de las posiciones de los partidos políticos están claras, ya que se expresaron hace poco menos de un año en el Congreso de Diputados cuando se iniciaron los trámites parlamentarios para despenalizar la eutanasia y el suicidio asistido para enfermos incurables que así lo demandasen.
Los diputados y senadores que elegiremos este 28 de abril son los depositarios de la soberanía y voluntad popular, tienen la obligación de responder con su trabajo, hacer leyes o modificarlas para mandar, prohibir o regular, de acuerdo con la Justicia, aspectos de las relaciones sociales para mejorar la convivencia. Cada formación política es muy libre de llevar en su programa la opción que crea más conveniente y que el electorado lo sepa y elija la que mejor le parezca. No creo que sea bueno eludir u ocultar este debate y menos en plena campaña electoral.
Otra situación crucial que ha irrumpido en el argumentario de los partidos es el problema de la España vaciada, desde que el domingo pasado se celebrara en Madrid una manifestación en demanda de soluciones para el mundo rural. El problema no es nuevo. Por estas tierras llevamos conociendo desde hace años una fuerte despoblación. La mecanización agrícola y la falta de horizontes laborales para la juventud provocan la huida de sus habitantes, porque al mismo tiempo sufren el castigo de ver que aumentan sus dificultades para acceder a servicios públicos esenciales como la sanidad, educación e incluso financieros. La democracia, y así lo recoge nuestra Constitución, se ejerce sobre la igualdad como uno de los valores superiores de su ordenamiento jurídico. Los habitantes del mundo rural no deben ser penalizados ante otro principio imprescindible, la solidaridad. Esta semana se ha cuestionado que muchas provincias españolas poseen una representación mayor a las que les corresponde en función de su demografía. Se pierda proporcionalidad pero es justo para alcanzar un equilibrio y esa necesaria igualdad territorial en toda España, aunque algunos sigan empeñados en romperla.
La campaña se aviva con estos ingredientes y algunas salsas más, como ha ocurrido en la Diputación Permanente del Congreso, donde Pedro Sánchez ha logrado el respaldo de seis decretos leyes, procedentes de los ‘viernes sociales’ de sus últimos consejos de ministros. Ha reeditado el pacto que logró en la moción de censura para desalojar a Mariano Rajoy. Sin duda hay electoralismo pero también habilidad para poner a los demás en el disparadero y que cada uno se retrate ante el aumento de los permisos de paternidad o el subsidio para parados mayores de 52 años. Lo bueno es que todos podemos opinar ante las urnas el día 28. ¿No les parece?