Corría la década de los 30 cuando se gestaba la segunda guerra mundial, en España estalla la guerra civil y al igual que llegaron miles de milicianos a combatir contra el régimen de Franco, decenas de reporteros vinieron a cubrir el conflicto bélico. Entre ellos Robert Capa (su verdadero nombre André Friedmann (1913-1954), húngaro nacionalizado americano. Llegó a España en julio de 1936 como corresponsal de la prestigiosa revista Life de la mano de su compañera la también fotógrafa Gerda Taro.
Para Capa lo más importante no eran los aspectos técnicos de la fotografía sino el captar el drama en una situación fugaz e irrepetible. El libro Ligeramente desenfocado hace un retrato apasionante sobre la vida de Capa, en el que da fe del porqué del título del libro, prefería captar el instante efímero de la realidad que pasaba ante sus ojos, que la nitidez en los detalles
Robert Capa intentaba hacerse un hueco como fotoperiodista en el Paris de los años 30. Su suerte cambió cuando conoció a una joven rebelde llamada Gerta Pohorylle, se hicieron socios y amantes pero el nombre de André Friedmann no vendía, decidieron cambiarse los nombres por los de Gerda Taro y Robert Capa, nombres mas americanos para poder vender sus fotografías en las revistas internacionales. Gerda se convirtió en la representante de Capa, además le escribía los textos que acompañaban sus fotografías.
Juntos se marcharon a España durante tres años, cubriendo la guerra civil, siempre permaneció en el frente de batalla, muy conocidos sus trabajos en Barcelona, Bilbao y como no el frente de Cerro Muriano (Córdoba) en la que tomo en la foto el 5 de septiembre de 1936 mundialmente conocida “muerte de un miliciano”, esta foto fue la que dio a conocer la guerra civil española al mundo.
La polémica de esta foto es que muchos dicen que fue preparada por Capa por varios motivos, el instante tan preciso, por estar tan cerca del miliciano, por estar tan bien compuesta y porque hay una serie de fotos tomadas desde el mismo lugar con distintos milicianos abatidos. Los últimos análisis de la imagen aseguran que es verdadera. El que Capa hiciera esa serie, fue porque desde la posición que tenía en la trinchera se dio cuenta que por ese punto, por el que pasaban lo milicianos estaba cubierto por ametralladoras enemigas, y posiblemente vio caer a más de uno antes de hacer la serie. También un estudio forense revela que la posición de la mano izquierda no es de una persona que se tira voluntariamente al suelo.
Polémicas aparte, no sabemos si preparó la fotografía para conseguir vender su trabajo a las revistas internacionales (como hacen miles de fotoperiodistas hoy en día), o por el contrario fue fruto de la casualidad de encontrarse en el lugar exacto en el instante preciso. La verdad que no desmerece en absoluto la trayectoria profesional (fotografió cinco grandes guerras) que lo encumbró con nombre propio en el fotoperiodismo de guerra, aunque también es conocida su faceta como fotógrafo de artistas.