Imagino la escena: Badajoz, 1986. En una sala del Ayuntamiento, el técnico de limpieza se dirige al concejal con una idea que parece revolucionaria para la época.
—Concejal, concejal, se me ha ocurrido algo que va a ser un éxito. Escuche esto: ¿y si agarramos unas motos, les colocamos unas papeleras sujetas con bridas, como esas que ponemos en las farolas? Nos sale tirado de precio y podríamos llamarlo “Campaña de limpieza exprés”.
La propuesta, aunque pueda parecer inverosímil, tenía su lógica. Una solución económica, creativa y adaptada a las necesidades del momento. Quizá no fue exactamente así como surgió la idea, pero no cuesta imaginar el entusiasmo con que alguien pudo presentarla.
En aquellos años, la creatividad en la gestión municipal era esencial. Los recursos escaseaban, pero las necesidades eran muchas. La improvisación y la búsqueda de soluciones prácticas y accesibles formaban parte del día a día. Ideas como esta, que combinaban funcionalidad y bajo costo, reflejaban la capacidad de adaptación de los equipos técnicos y políticos.
Hoy, con la perspectiva del tiempo, la imagen de unas motos con papeleras sujetas puede resultarnos pintoresca o incluso humorística. Pero no hay que subestimar el ingenio que pudo estar detrás de aquellas decisiones. Al final, el objetivo era claro: mantener la ciudad limpia con los medios disponibles, demostrando que, a veces, la simplicidad es la clave para resolver grandes problemas.
Aunque no sabemos cómo surgió exactamente esta iniciativa, imaginarlo nos conecta con una época en la que las soluciones ingeniosas y, en ocasiones, improvisadas eran el pan de cada día en muchos municipios.
No creo que fuera así, pero te lo imaginas…
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