Enrique Crespo vive con intensidad esta Cuaresma, y espera que este año, por fin, el Viernes Santo respete a su hermandad y puedan salir a la calle.
En la cofradía de la Soledad de San Jerónimo, la popularmente conocida como Las Chías, este año van a contar con numerosas novedades. Es una Cuaresma y Semana Santa que todos los hermanos van viviendo con intensidad, especialmente el hermano mayor de la corporación.
– ¿Cuánto tiempo lleva en su hermandad? ¿A qué hermandades pertenece?
Llevo treinta años en la hermandad y 24 de forma ininterrumpida en la junta de gobierno. Empecé llevando un farolillo, porté junto con la que hoy es mi esposa el gran escudo de madera que hoy se guarda en la biblioteca del Monasterio y durante muchos años he sido diputado mayor de gobierno. No pertenezco a otra hermandad.
– ¿Qué significa para usted ser el hermano mayor de su cofradía?
Es un inmenso orgullo y honor, pero lo tomo como algo normal en el proceso de pertenecer activamente a una hermandad. No entiendo que este cargo te de ningún poder. A la hora de limpiar candelería y repartir hábitos, no hay cargos.
– ¿Cómo vive el día de su salida procesional desde que se levanta? ¿Cuál es el momento que vive con más emoción?
Ese día es el más intenso del año. Es una mezcla de emociones y sentimientos. De experiencias vividas con mis abuelos, mis padres, mi mujer y ahora mis hijos y todo esto se mezcla con la responsabilidad. El momento más emocionante es cuando observo desde el altar mayor de nuestro Monasterio, la apertura de las puertas para iniciar la estación de penitencia y disfruto de ese colorido amarillo, negro y morado que lo inunda todo.
– ¿Cómo se presenta la Cuaresma para usted?
Con mucha ilusión de vivir todos los actos. Para los cristianos, la Cuaresma es un camino de vivencias familiares y religiosas que nos llenan plenamente.
– ¿Y para su hermandad?
La hermandad está viviendo con muchas ganas estos días. El grupo joven está llevando a cabo una labor preciosa y llena de ideas nuevas. El grupo de albacería y paso de Cristo está con los nervios a flor de piel y deseando ver a su Cristo Descendido en su nueva presentación. El grupo de capataces y todas sus costaleras deseando realizar una estación de penitencia completa y sin sobresaltos. Y el resto de cargos apoyando donde más falta haga.
– ¿Cuáles son los grandes proyectos, o retos, para el futuro inmediato en su cofradía?
El primer gran reto y más inminente es poder disfrutar de nuestra nueva casa de hermandad; esta casa tiene que ser el gran motor que posibilite realizar otros proyectos y que una a todos los hermanos. En el horizonte…presentar y estudiar proyectos de paso para Nuestra Señora.
– Como cofrade, ¿cómo ve el estado de salud de la Semana Santa de hoy en día?
Creo que año tras año se van superando barreras, hay una mayor calidad artística, musical, de bordados, de presentación de hermandades en la calle…pero tenemos un gran déficit: llenar las filas de penitentes, para que nuestros cortejos luzcan como se merecen.
– Un deseo para la Semana Santa de 2014.
Que la lluvia no nos impida disfrutar de nuestras procesiones y que todas las hermandades disfruten en la calle para que todos aprendamos, los unos de los otros, como hermanos que somos, independientemente de la medalla que portemos.
DE CERCA:
– Un recuerdo de su infancia como cofrade:
Recuerdo el momento en que me ponía el traje de mi abuelo, con ese olor inconfundible a incienso y naftalina. Ese traje tiene más de 70 años y lo sigo vistiendo. Después quedaba con mi novia en el Monasterio y disfrutábamos de cada estación de penitencia.
– Una Imagen de Cristo de nuestra Semana Santa:
Al margen de mi Cristo del Descendimiento, el Santísimo Cristo de la Misericordia y el sonido de rachear de alpargatas a su paso.
– Una Imagen de Virgen de nuestra Semana Santa:
Sin contar con la joya que guardamos en San Jerónimo, me conmueve la Virgen de la Merced, su vestimenta y sus manos entrelazadas.
– Una hermandad, que no sea la suya:
Me encanta el ambiente de las calles del bajo Albayzin en el regreso del Viacrucis, los altares, el recogimiento, y los sones de la capilla musical mirando a los ojos a su Titular.
– Una marcha:
La Madrugá
– Un momento especial de la Semana Santa (que no sea con su cofradía):
La mañana del Domingo de Ramos, el inicio de la póstula, la puerta de todas las ilusiones.
– Su rincón para ver cofradías:
Los puentes del río Darro.
– Su momento más feliz como cofrade:
Cuando llevé a mis hijos por primera vez a los pies de la Madre de San Jerónimo.
– Y el que le hubiera gustado no vivir:
Todos los momentos de tensión y desacuerdo que surgen en todas las cofradías en torno a un proyecto. El diálogo ante todo.
– ¿Con que adjetivos definiría nuestra Semana Santa?
Embriagadora, seductora e intimista.
– Cuéntenos alguna anécdota cofrade que haya vivido usted.
Hace dos años, en un viernes Santo gris como casi siempre, tuvimos que deliberar junto con nuestras RRMM Jerónimas la conveniencia de realizar la estación de penitencia. Cuando en la nave central se percataron de esta situación, ese pequeño bullicio se transformó en un silencio impresionante y las pocas voces que deliberaban se oían como si tuvieran un micrófono. Cuando me giré al darme cuenta de esta situación, las caras eran un poema y los cuellos de los más cercanos a nosotros estaban más estirados de lo normal. Aprovecho para agradecer a nuestra comunidad jerónima el cariño con que nos cuida y el amor tan grande que tiene hacia nuestros titulares.
– Por último, a quien vaya a ver su cofradía este año en la calle, ¿en que le destacaría que debe fijarse?
Aunque somos una cofradía muy mariana, para este año, el protagonismo se lo va a llevar un poco más que de costumbre el paso del Cristo. Su nueva presentación (sin romanos ni juanes) portado en su paso, con cuatro hachones, un lúgubre tambor precediéndolo y sus costaleros vestidos con hábito y verdugo negro promete invitar al recogimiento y la oración, que es nuestro principal propósito.