Su mirada inocente y llena de ilusión habla por si sola.
Viene de ver la Cabalgata de Reyes y está deseando coger la cama y entrar en un sueño del que despertar pronto… pero ya en la mañana. Su corazón late rápido, tiene impaciencia, pero a pesar de su corta edad sabe que todo lleva su tiempo, y los regalos también.
Esta va a ser una noche distinta, los nervios no le dejan conciliar el sueño, tal vez se despierte al más mínimo ruido o pase algunas horas en duermevela. Se agarra con fuerza a la almohada, como queriendo apretar en ella los anhelos y los deseos, también las esperanzas. Es su noche, la más especial del año. La que lleva esperando doce meses, la noche de la ilusión de ese niño de los ojos cargados de inocencia.
Han pasado los años, y el tiempo se encargó de matar ilusiones y quitar sueños. Sus ojos hoy parece que ya no se van a sorprender por nada. Cuando llega a la cama, tal vez le cueste coger el sueño por los problemas de la vida, de la familia, de los hijos, de las cosas del trabajo o del no trabajo… En el fondo, sigue teniendo anhelos, y deseos… pero sabe que cuesta tanto que se cumplan que parece que ya hasta se ha olvidado de ellos. Por fortuna, en un rincón de su corazón, no pierde nunca la esperanza.
Por eso hoy, esta noche, cuando vuelva a tumbarse en la cama y cerrar los ojos volverá a sentir en su corazón un latido distinto. Casi había olvidado ese extraño revoloteo de alas en su interior, esa sensación que sabe que es preludio de que algo grande va a pasar. Rápidamente hace un cuenteo de horas, de los minutos que faltan para el momento deseado. Hoy va a volver a dormir con la ilusión de una noche de Reyes, porque hoy también es la noche más buena del año, y a la vez es la noche más vieja que pone los calendarios del cofrade a cero y día de los inocentes para los ojos de la sopresa y día de lotería porque la suerte, en forma de sol, parece volver a sonreir. Hoy es la noche de las noches; esa en la que hasta la luna sueña con ser luna nueva en primavera.
Volvamos a abrir los ojos de ilusión, de la inocencia, del infantil deseo y de la impaciencia. Volvamos a soñar, porque ahora ya toca vivir lo soñado. Esta es nuestra noche de Reyes, y no la cambiamos por ninguna otra.
Dedicatoria:
A los que fuísteis, a los que compartísteis conmigo alguna vez la espera del momento y la noche de la espera. A los que levantásteis tres potencias en esta noche de felicitaciones al ponerse los relojes a cero. A los que me acompañásteis a besar el talón gastado de Dios en San Lorenzo o a escuchar en las Pasiegas redobles de tambor imaginario.
A los que sois, a los que estáis cerca o con kilómetros de distancia pero próximos en la impaciencias. A los que también hoy preparáis cámaras fotográficas y micrófonos, los que tenéis aún la pantalla en blanco por escribir. A vosotros, con los que voy a contar el sueño de contar los sueños.
A los que seréis, más pronto o más tarde. A los que empezáis a ser amigos gracias a que somos cofrades.
Feliz noche a todos, porque el despertar ya se que va a ser feliz.