Ahora que los políticos tienen que recortar en asesores se están rodeando de tecnócratas, que resultan igual sin dejar de ser lo mismo.
Para que nos hagamos una idea, un tecnócrata viene a ser como un asesor pero además trabaja.
Tener un tecnócrata a mano resulta muy útil cuando hay que echarle la culpa a alguien, como le sucedió a Pepe Martínez Olmos el sábado.
El PSOE, que quiere reconciliar al partido con la calle, celebró un comité provincial a puerta cerrada… por aquello de que no entraran moscones. Pero como conservo el particular vicio de colarme donde no me invitan, tengo la intervención del cabeza de lista socialista, que -dicho sea de paso- me parece de lo más directo y sensato que se ha contado últimamente.
Pepe, al que tenía por un tecnócrata, le ajustó las cuentas -tecnocráticamente hablando- a su exjefa Elena Salgado, con quien coincidió en el Ministerio de Sanidad. Con su intervención, el diputado ganó pesó político dentro de su organización, algo que le hará falta para la travesía en la sombra que inicia el PSOE.
No es que me lo hayan contado, es que lo he escuchado yo. Tras agradecer el esfuerzo en una “situación difícil”, Martínez Olmos hizo “autocrítica” y achacó los malos resultados a dos cuestiones. Según el exdirector general de Sanidad, la derrota socialista se debe “fundamentalmente” a la gestión de la crisis que “ha diseñado la ministra de Economía”.
-“El gran error, en mi opinión, del presidente Zapatero ha sido poner al frente a una persona que se define como gestora”.
Alguien, que en lugar de dar una explicación “política” ha dado “respuestas tecnócratas”.
-“Así no se puede hacer política porque abandonamos nuestros planteamientos. Había muchas maneras de reducir el déficit. La tecnocracia no gana las elecciones cuando se apartan las ideas”.
En este momento, el auditorio rompió en aplausos.
Quizás el PSOE tendría que haber dicho todo esto antes de las elecciones.
Al menos, ahora podría decirlo con las puertas abiertas.
Y empezar a comportarse como políticos en lugar de como tecnócratas.
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