El PSOE ha denunciado la factura del alcalde José Torres Hurtado y tres más en un restaurante de Madrid el día que se inauguró la exposición de Sorolla. Y, realmente, la comida es un escándalo.
Porque si escandaloso es pedir media ración de judías verdes para almorzar, más grave me parece si encima no eres tú quien tiene que pagar la cuenta.
De un análisis fiscal y tributario del recibo, he llegado a la conclusión de que uno de los comensales se encontraba a dieta.
De lo contrario, no me explico que mientras unos le pegan a los callos madrileños (12,59 euros) y a las lentejas (7,96), otro se dedique al espárrago verde frito (9,54) y al agua de vichy (2,31).
Vistos los componentes de la mesa, creo que podría tratarse de Juan García Montero, que ahora que el presupuesto de Cultura se ha visto menguado ha decidido reducirse a sí mismo.
Para concluir se tomaron dos ginebras de importación. No es que sean unos sibaritas, fue por no darle dinero a los malagueños.
En total, 147,98 euros.
Creo que a ninguno de los políticos que me han invitado a comer le he salido por menos de 37 euros el cubierto.
Yo es que no soy de pedir judías.
Pero aquí nos gusta participar del mismo circo que después criticamos.
El PSOE sabe que la factura del alcalde no es ningún despropósito. Pero ha conseguido que Curro Ledesma no se marque más el pegote en los plenos aireando el ridículo tique de la bolsa de Doritos.
En definitiva, ningún servidor público está exento de que le saquen la factura de un café en una servilleta.
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