Los periodistas somos muy dados a exigir responsabilidades a los políticos cuando meten la pata. Y como me gusta ser consecuente, no tengo más remedio que presentar en el día de hoy mi dimisión como intento fallido de analista de la cosa pública.
Las elecciones del 25 de marzo han demostrado que los resultados no dependen de los periodistas, ni de los políticos, ni siquiera de los jueces que adoptan decisiones en plena campaña. Al final ha sido la calle la que ha votado lo que le ha venido en gana y todavía estamos dándole vueltas a la perola para intentar aclarar qué ha sucedido, porque la regla de tres por la que nos medíamos se ha ido al garete.
Ni la abstención perjudicó a la izquierda ni el PSOE tendrá que aplicar ningún ERE por la pérdida del poder.
Mi familia y mis colegas estaban muy contentos de tener a mano un analista político. Habrían preferido un fontanero, que es mucho más útil, pero se conformaron con un periodista que hacía conjeturas sobre los intríngulis de la política y vaticinaba los resultados con la misma precisión que una encuesta del Cadpea. Pero el domingo no atiné ni una.
También el PP se sigue preguntando todavía qué más tiene que suceder. Y ahora tendrá que deshacer los pasos dados si no quiere repetir los mismos errores que llevaron al PSOE a sus dos anteriores derrotas en Granada. Básicamente, emborrarcharse de poder y desmontar los ayuntamientos, que se ha demostrado que es la base sobre la que sustentar cualquier victoria.
Los populares estaban tan seguros de gobernar en todas partes que empezaron a desmontar otras instituciones. Y no entro en las listas de nombramientos que se han quedado en los cajones.
Cambiaron al alcalde de Guadix, Santiago Pérez López, y en cuatro meses han perdido un 4% de apoyo en dos elecciones diferentes pero muy parecidas. Hicieron una lista en el Parlamento diseñada para ganar. Y ahora Carlos Rojas tendrá que elegir entre el Hospital de las Cinco Llagas -con la esperanza de cerrarle la puerta por dentro a Javier Arenas– o el Ayuntamiento de Motril, donde el PP se ha dejado otro 4%.
Marifrán Carazo buscó refugio en Sevilla y ahora el PP se encuentra que tendrá que hacer frente con un equipo de concejales por descubrir a un grupo de delegados de la Junta que vendrá con el cuchillo entre los dientes.
Por no seguir hablando del camino de ida y vuelta del alcalde de Churriana, Vicente Valero, o de los saltos de caballo de CajaGranada.
Todo porque llenamos los armarios de pieles de osos que seguían vivos.
Lo digo en mi condición de exanalista político.
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