Carlos Rojas y los delfines

La última vez que estuve con Carlos Rojas fue en la campaña, en la redacción del periódico. El día que el cabeza de lista del PP se empeñó en responder personalmente las 42 preguntas que los lectores habían enviado por Internet. A Carlos se le suele aplicar esa frase tan manida cuando se dice de un político que cuida su imagen, como si acaso algún dirigente tuviera interés en proyectarse como un sinvergüenza -aunque haya a quien le salga con relativa naturalidad-.

Al día siguiente estaba prevista la visita a la Costa de la ministra de Fomento, Ana Pastor, y el propio Carlos Rojas celebró que su compañera de partido viniera a “dar la cara” y a comprobar el estado de las obras de la A-7 “in situ”.

Como aquí solemos contar las cosas como son y no como se cuentan, no vamos a ocultar que el partido dejó a su cabeza de lista con el culo al aire a pocas horas de las elecciones. Algo que no resulta, precisamente, una imagen muy cuidada.

La ministra no recorrió las obras tal y como estaba anunciado, cambió la foto de la A-7 por otra con el presidente de Diputación y, solo a última hora, accedió a hacer un paripé en Motril, en un acto sin medios de comunicación.

Carlos no elevó el tono y siguió con ese gesto nada improvisado que igual sirve para quedar bien en un funeral que en una boda. Aunque tampoco vamos a tapar que, durante la campaña, a ratos fue protagonista y otras veces un telonero disciplinado -si quieren hablamos del mitin de Cospedal-.

Rojas nunca se prestó a las componendas de quienes le calentaron la oreja para que disputara el liderazgo del partido en la provincia; y aunque haya ido por libre no ha sido un verso suelto.

Disciplinado y moderado para la desesperación de los periodistas que viven de titulares, unas veces no han contado con él y en otras ocasiones se ha borrado intencionadamente del escenario.

Ahora, Carlos Rojas se ha convertido en el portavoz del PP en el Parlamento con Javier Arenas como único padrino.

Le corresponde ganarse el hueco al que ha llegado por méritos propios. Acertar y meter la pata.

Porque hasta los delfines tienen que aprender a nadar solos.

1 Comentario

  1. Señor Chirino: Hace falta ser muy profesional para hablar bien de un político del PP, porque es un asunto de interés para la población. Uno se pregunta el por qué del declive del periodismo de papel y yo supongo que al votante del PP, -por ejemplo-, no le hace mucha gracia comprar un periódico que le da más palos que una estera a su partido político.

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