A veces, cuando uno está a punto de mandarlo todo a tomar por saco y dedicarse -otra vez- a servir copas, se reencuentra con el periodismo y lo abraza con el mismo ímpetu que a un amor adolescente. De nuevo vuelve a creer que las letras, cuando se juntan en las proporciones oportunas, pueden mover el mundo. Y se queda más tranquilo al comprobar que esta profesión de juntaletras no se dejó el corazón en la barra de cualquier bar alguna madrugada de las que pinchó en hueso.
También a veces, cuando uno ha llegado al convencimiento de que los políticos son unos chupópteros dedicados al (ser)’vicio’ público, se reconcilia con la política lo mismo que hace las paces con los enemigos con los que está condenado a entenderse.
Ha sucedido con el caso de Marina Rodríguez, una joven gradina de 25 años que sufrió un derrame cerebral en Inglaterra y lleva mes y medio en coma en un hospital británico mientras su familia reúne los 20.000 euros que cuesta traerla de vuelta a Granada.
Estaba reflexionando sobre Marina, sobre Bostwana, sobre el periodismo y la política, cuando anoche el alcalde de Armilla, Antonio Ayllón, me ganó la mano al poner todos los recursos de su ayuntamiento a disposición de esta chica.
De ahí nació este #vuelveMarina que ahora circula por Internet como una ola de sangre caliente. Nos ha ayudado el alcalde de Jun, José Antonio Rodríguez, que ha puesto el altavoz que necesitábamos para que este grito anónimo se escuchara desde Granada hasta Romford. El presidente de la Diputación de Granada, Sebastián Pérez, ha dado su apoyo. También la delegada de la Junta, María José Sánchez, y el delegado de Salud, Higinio Almagro. También compañeros de otros medios, como Rafa Troyano.
Y un político me ha escrito fuera del escaparate de twitter para preguntarme qué podía hacer para solucionar esta historia.
Marina está ahora un poco más cerca de Granada.
Definitivamente, hay veces en las que la sociedad despierta de su coma profundo y es capaz de hacer grandes cosas.
#vuelveMarina.
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