Ni el PP ni el alcalde han dicho nada sobre la encuesta de la estación realizada por Sigma Dos. Eso quiere decir que se ubican en el 8,7% que no sabe o no contesta.

Para ser más precisos, José Torres Hurtado no responde y su partido no sabe qué tiene que responder.

Al alcalde seguramente no le interese mucho la opinión del 73,1% de los granadinos que quieren que la estación se quede en Andaluces porque en esas tres cuartas partes de la sociedad probablemente no haya muchos ingenieros de caminos.

Ya se sabe, porque así se lo dijo Torres Hurtado al presidente y a los dos vocales de la asociación de vecinos de La Chana, que para hablar con propiedad de la estación hay que ser ingeniero de caminos o, en su defecto, perito agrícola nacido en Píñar.

Solo Concha de Santa Ana podría iluminar esta oscuridad de estaciones término, pasillos, intermodalidades y soterramientos. Pero Concha, portavoz adjunta en la Comisión de Fomento, o no sabe o no contesta.

El único dirigente relevante del PP que me ha hablado hasta ahora de este asunto lo ha hecho con una pregunta: ¿Por qué? Por qué Pepe se ha metido en esto.

Alguien que ha sobrevivido en política por su habilidad para no meterse en charcos y ha venido a meterse hasta la cintura en uno de agua hirviendo. Cuando no hay dinero y la ministra gallega Ana Pastor piensa que las obras de las estaciones son como las meigas, que haberlas haylas pero que nadie las ha visto.

Dicen que el alcalde ha hecho la propuesta de la rotonda de Europa porque no quería faltar a su compromiso con los vecinos de la Chana de levantar las vías que parten el barrio.

Es posible que el fallo de Torres Hurtado haya sido el planeteamiento. Dar por resuelta sin debate previo una operación urbanística que solo se repite de siglo en siglo.

Ahora está incómodo en un escenario en el que nunca ha tenido que desenvolverse, cuando los que vienen de frente son precisamente los suyos. Y a ellos les tiene que explicar detalladamente qué ha pasado para que, entre otras cosas, cambie el planteamiento de sus dos últimos programas electorales.

Únicamente se trata de eso, de oír y de hablar. Porque cuando uno se empeña en escuchar con los pies lo que hace es dar patadas.

Y puede que sin darse cuenta se pegue un puntapié en su propio culo.