Mi intimidad resulta tan aburrida que necesitaría que alguien me escribiera una mensaje comprometido por si acaso me espían. Hace tiempo que no paso cuatro horas seguidas cara a cara con nadie -y de enfrentar otras partes del cuerpo de forma tan prolongada ni hablamos-.
Pero el caso es que hace un par de días quedé para tomar un café con uno de mis conspiradores de guardia. El lugar no es que fuese muy sospechoso, puesto que se trataba de una cafetería; y pagué yo, ya que no me gusta que me inviten a tan bajo coste.
Me dijo que en Granada también se podrían estar manejando algunos concursos para favorecer a un grupo de no más de diez empresas. Todo supuestamente, por supuesto.
Incluso me enseñó un correo electrónico en el que un empresario vaticina a qué dos constructoras se adjudicará en los próximos meses dos contratos, todo con nombres y apellidos.
Pero si algún juez o fiscal me lee y quisiera llamarme a declarar en plan Pedro Jota, que tenga en cuenta -al ser posible- que estaré de vacaciones hasta el 16 de agosto.
Deja una respuesta