No entiendo por qué algunos dicen que lo de Juanma Moreno, Susana Díaz y Antonio Maíllo ha sido más bien un monólogo que una confrontación de ideas en sentido estricto.

A lo que hemos asistido en Canal Sur es a un debate y lo de mi mujer cuando discute conmigo es un monólogo. Parece igual, pero es distinto.

Estos encuentros a tres pueden resultar determinantes en una campaña. De hecho, antes del debate de esta noche se calculaba que, como máximo, un 40% de los andaluces no tenía claro su voto.

En cualquier caso, el dato más revelador del último sondeo del CIS ha pasado desapercibido. Según la pregunta 34 del estudio, el 10,7% de los andaluces no tiene móvil; lo cual implica que, al menos, uno de cada diez paisanos no se podrán hacerse un selfie ni con la hija del fontanero, ni con los vástagos del emigrante y el talabartero.

No deja de resultarme curioso que quienes son tan celosos de su vida privada exhiban tan repetidamente la de sus padres. Pero esta es otra historia.

Volvamos al debate. Había dado tantas veces por derrotado a Juanma Moreno que reconozco que me ha sorprendido porque, como mínimo, empató. Antonio Maíllo -que ha tenido sus momentos- quizás algún día se pregunte si no lo habría convenido más dejarles en un cara a cara. Y de Susana Díaz, por lo visto hoy, diré que da mejor en entrevistas que en debates.

El único momento de semitensión ha venido a cuenta de la corrupción y la supuesta presencia de imputados en las listas. Nadie ha querido responder.

A mí porque no me preguntan, que si no le diría a alguno o alguna que tenga cuidado con exhibir el expediente inmaculado de sus compañeros. Que las listas son muy largas. Y hay números que, por tradición, dicen que tienen gafe.