Susana Díaz acertó al adelantar las elecciones pero le sobró la campaña. Si la cita con las urnas hubiese sido la misma noche del 25 de enero, probablemente, el PSOE habría rozado la mayoría absoluta.
El resultado del domingo no cubre las expectativas de ninguno de los partidos: todos pretendían sacar más representación salvo Ciudadanos, que esperaba obtener menos.
Susana Díaz podrá formar gobierno en solitario, que es lo que pretendía. Y su liderazgo ha resultado determinante para evitar la OPA hostil de Podemos.
Pero una cosa es resistir y otra conformarse. PSOE ha sido el ganador con su peor resultado en unas elecciones andaluzas y las perspectivas para las municipales no están claras. Susana Díaz se ha salvado a sí misma, pero no será fácil que pueda rescatar a los suyos el próximo 24 de mayo.
Estas elecciones dejan al PP en una situación más complicada que nunca, porque a diferencia de las otras, en esta ocasión no puede volver Javier Arenas; supongo.
En la capital donde los populares obtienen mayor respaldo, en Málaga, se quedan lejos del 40% y, aunque sube casi un punto con respecto a las europeas se deja 14 sobre las andaluzas de 2012 y cerca de un millón de votos sobre los que obtuvo Mariano Rajoy en Andalucía en las generales de 2011. Quizás el gran error estratégico de Juanma Moreno haya sido apoyarse tanto en el presidente del Gobierno y sus ministros.
Los datos no son extrapolables hasta que lo que sucede en elecciones distintas empieza a parecerse demasiado. Y estas elecciones andaluzas más que acabar con el bipartidismo han deparado un ‘tripartidismo’ con más de tres. Donde entre Podemos, Ciudadanos e IU se reparten un tercio de los votos.
PSOE y PP todavía pueden hacer algo para evitar la pérdida de poder municipal que se les presupone en el mes de mayo. Pero tendrían que hacerlo hoy mismo.
Para empezar, quitar a todo imputado de sus listas sin distinguir entre corruptos y robagallinas.
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