Es bastante probable que gran parte de los 109 diputados que el jueves pugnaron por los siete asientos en la Mesa del Parlamento no conozcan la mitad de los nombres de los siete que les precedieron en la anterior legislatura. Incluso, no es descartar que algunos de los que votaron no recuerden hoy la identidad de los siete que eligieron ayer.
Ese es el peor vicio de la política: discutir por cosas que únicamente interesan a los políticos -y a algunos periodistas; como es mi caso-.
Los cinco partidos han sido incapaces de cerrar un acuerdo en tres semanas para constituir por consenso el Parlamento andaluz; el vaticinio de una complicada legislatura donde ninguno de los grupos tiene experiencia previa. Unos porque debutan y los que ya estaban porque nunca han administrado una situación donde sea necesario cerrar tantos acuerdos y a tantas bandas.
El PP intentó hasta el último minuto evitar que los socialistas tuvieran una posición dominante en la Mesa, donde le bastará con el único apoyo de IU para conseguir la mayoría.
Es evidente que esta Mesa no es el reflejo de la Cámara; pero sí es una traslación del reglamento.
Fallaron todas las conversaciones -que las hubo- para convertir en presidente de la Cámara andaluza a un diputado de IU y -según otras especulaciones- también se barajó la opción de aupar a la presidencia de la Mesa a Podemos; aunque fuentes populares que han participado en los contactos niegan esta alternativa.
Al PP solo le quedaba la pirueta de intentar abortar la elección de la Mesa antes de que se disolviera la denominada ‘mesa de edad’, pero el presidente de ‘transición’ lo impidió. Casualmente -o no- era del PSOE.
Si solo se atiende a la argumentación que dio Carlos Rojas, podría parecer que los populares encontraron el resquicio que existía en el reglamento que, por otra parte, ellos mismos respaldaron en su día. Aunque si se escuchan únicamente los motivos del PSOE concluiríamos lo contrario.
Los populares sabían que el artificio en el pleno del jueves no prosperaría. Incluso, que mucha gente no entendería la bronca. Lo hicieron, en parte, para evitar que sus propias filas se amilanaran antes de empezar la legislatura.
Fue parte del ‘show’. Un espectáculo que solo benefició a Ciudadanos y Podemos, que comparecieron como espectadores abochornados a otro rifirrafe del bipartidismo.
Pero podía haber llegado más lejos. Al PP tan solo le faltó un año y 13 días para que su envolvente prosperase.
Si Jaime Raynaud –diputado popular por Sevilla–, en lugar de haber nacido el día de Navidad de 1948 lo hubiese hecho el 13 de diciembre de 1947, habría sido el presidente de la ‘mesa de edad’ que dirigió ayer la constitución del Parlamento andaluz, en lugar del socialista Luis Pizarro. O si hubiese sido la sesión constituyente de la novena legislatura, cuando la ‘mesa de edad’ la presidió el alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez (PP), y al PSOE no le correspondió ninguno de los tres representantes.
¿Qué habría sucedido?
Quien sabe si el PSOE lo tuvo en cuenta cuando incluyó a Luis Pizarro en la candidatura de Cádiz.
Al fin y al cabo, el diablo y Luis Pizarro saben bastante por viejo.
Foto: efe