Cuando algunos políticos hablan de transparencia se refieren a publicar el dinero que ganan y esconder el que se llevan.
Lo digo porque yo sé el trabajo y los gin tonics que me cuestan conseguir los papeles que explican las cosas. Y hay días que lo del trabajo no lo llevo demasiado bien.
En Granada hay políticos que últimamente pregonan mucha transparencia. Ahora quiero ver si uno de ellos está dispuesto a cumplir con lo que dice o si no era más que una estrategia para ganar votos.
Un representante de una empresa muy potente ha estado en las últimas horas por Granada. Tiene sospechas de presuntas irregularidades en un concurso millonario. Cosas raras hay, desde luego, aunque todavía nadie las ha denunciado.
Esta persona ha mantenido varias reuniones y ha pedido verse con un político de los de la transparencia para exponerle con detalles lo que está sucediendo, aunque el tema ya lo conoce.
Ni él ni ninguno de sus compañeros lo ha recibido.
La operación se está materializando de tapadillo y nadie ha informado públicamente en una semana a pesar de que se han adoptado decisiones que deberían ser de trascendencia pública.
Seguramente la estrategia será la de restar importancia y enmarcar lo sucedido en la absoluta normalidad. Pero si finalmente el caso revienta y acaba en los juzgados alguno deberá explicar por qué se tapó los ojos antes los supuestos enjuagues.
Porque están sucediendo cosas extrañas.
Y lo sabes.
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