El periodismo y la política son dos profesiones con vocación ciudadana que dejan de tener sentido cuando se ejercen descaradamente contra alguien. Las causas personales no suelen conciliar bien con el interés general.
Por mi parte, si algún día quiero atacar por inquina a alguna persona le regalaré un disco de Paquirrín, que me costaría menos tiempo y dinero que dedicarme al periodismo.
El alcalde de Granada, a algunos periodistas, nos lee por una cuestión de amor. Porque lo que viene siendo interés pone verdaderamente poco.
Uno tiene la sensación de que se juntan cinco por la mañana y se divierten con el juego del teléfono. Así, sucede que el primero lee ‘Santiago de Compostela’ y el quinto asegura haber visto escrito ‘compóntelas como puedas, Santiago’. Pérez López, por ejemplo.
José Torres Hurtado me recriminó ayer en rueda de prensa pública una noticia inexistente. Y aunque fuese más vestido que yo, lo hizo en un tono poco elegante.
Provocar habría sido, por ejemplo, preguntar inesperadamente al regidor capitalino por los nombres de dos ganadores del Premio Lorca. Pero cuestionarle por la apertura de un expediente a su concejala Isabel Nieto es informar. Aunque para el alcalde de Granada sólo sea noticia que el perro muerda a Sebastián Pérez.
Pese a que le fastidie, un periodista no tiene la obligación de agradar al alcalde de Granada; en cambio, Torres Hurtado sí cobra por hacer la vida más agradable, también, a los periodistas granadinos. Y, entre ellos, a los de IDEAL.
No es la primera vez que nos ataca públicamente o nos impide hacer nuestro trabajo. Para mí, ya no vale que la dirección popular, a todos los niveles, pida disculpas en privado. Tiene que desmarcarse públicamente de estos comportamientos.
En política, mucho peor que perder votos es perder la vergüenza.
Deja una respuesta