El Ayuntamiento de Granada está paralizado. Aunque quizás cueste trabajo percibir su ritmo cansino en una ciudad y una provincia donde resolver cualquier asunto de envergadura supone de media dos décadas.
Lo reconocen hasta algunos concejales del PP, que cuentan que en las reuniones de grupo, a veces, ni siquiera se detienen a darse los buenos días.
Y para comprobarlo basta con ver los puntos de los últimos plenos, donde una de las discusiones más complejas versa sobre la composición del jurado del concurso de belenes.
El Ayuntamiento está bloqueado: sin presupuestos nuevos para 2016, con el mayor contrato que pretendía sacar en décadas suspendido y con un único proyecto entre manos fiado a 2031.
Ciudadanos cree que marca el ritmo de este gobierno municipal, aunque en realidad es el PP quien le obliga a retrasar permanentemente su calendario y advertencias para no parecer que hace el ridículo.
Cada mes en los últimos seis meses, Luis Salvador recuerda a sus socios, por ejemplo, que tienen que poner en marcha una comisión para estudiar el botellódromo y una auditoría externa. Y los populares le prestan la misma atención que a ‘Folla Tabiques’.
En realidad, en eso consistía el pacto: Pepe Torres deja que Luis se piense que está cambiando la polítIca mientras que Pepe Torres se encarga de preservar que todo se quede como estaba.
Ciudadanos lleva desde el 24 de mayo instalado en el tacticismo y utilizando a los medios de comunicación para construir su imagen. La última de Luis fue amenazar con una moción de censura si el PP no forzaba la dimisión inmediata de Isabel Nieto. Pero sus líneas no son rojas, sino naranja.
De esto han transcurrido tres meses, mientras Ciudadanos deja pasar el tiempo para que se esclarezca la situación judicial de la concejala y el futuro político de su propio líder.
Luis Salvador no puede boicotear al alcalde que él mismo puso; que es el de esta ciudad. O le restituye el apoyo para que el gobierno municipal pueda hacer algo -si quiere- o favorece otra mayoría.
Quizás le iría mejor si buscara las contradicciones de los demás en lugar de empeñarse en persistir en las suyas propias. Porque tampoco el PSOE -y excluyo de esta afirmación a Paco Cuenca- sabe muy bien lo que quiere. También hay un sector socialista moviéndose en el tacticismo.
Mientras el Ayuntamiento de esta ciudad está parado. Aunque probablemente sea cuestión de días que se ponga en marcha otra comisión o, incluso, un observatorio.
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