Los números eran, si acaso, las únicas certezas que tenía la política. Las palabras eran una evasión, una justificación o una promesa. Hasta que llegó la pandemia, nos quitó las evidencias de las cifras y nos dejó los adjetivos.
Si complicado era creer en los datos, imposible se antoja confiar en algunos políticos.
Tras diez meses, las administraciones aún no han resuelto un registro unificado y uniforme para controlar los datos del coronavirus. Un sistema que se actualice permanentemente y esté disponible para cualquier ciudadano. Tampoco hay transparencia en la distribución de las vacunas, ni en las dosis que ya se han suministrado. Ni siquiera sabemos cómo se repartirá el millonario fondo europeo.
El 29 de diciembre, el vicepresidente de la Junta, Juan Marín, presentó un informe al consejo de gobierno con 151 proyectos -ni uno más, ni uno menos- y una inversión de 35.480 millones de euros. Preguntada reiteradamente al respecto, su consejería ni facilita la lista ni los detalles. Sin embargo, Marín ya ha anticipado que el Gobierno de Pedro Sánchez maltratará a Andalucía.
Hay quien ha convertido los números en un argumento para la demagogia.
En un numerito.