De momento, hay tres precandidatos -y el complementario- a las primarias del PSOE andaluz y ninguno quiere ser identificado como la opción de Ferraz. En sentido contrario, Susana Díaz ha aprovechado la vitola oficialista que se le presume a Juan Espadas para armar un discurso de aspirante desarrapada y de izquierdas que entre el Boja y la dignidad siempre optaría por lo segundo; que es una elección que queda muy digna cuando no se tiene lo primero.
Es llamativo que nadie quiera estar apadrinado por la organización federal de un partido que, en estos momentos, gobierna en España. Aunque también cabría recordar que, todavía, Pedro Sánchez no se ha pronunciado públicamente sobre este proceso interno. Ni siquiera con una frase que los analistas podamos sacar de contexto. El pasado viernes, cuando estuvo en Granada, ni siquiera se expuso en una comparecencia pública.
Lo mismo Moncloa no quiere exponerse en un envite donde solo puede desgastarse. Bastante tienen con pensar cómo será el candidato socialista a la Junta en 2050.
Y Ferraz, que sí maneja datos, es consciente de que Susana Díaz parte con un apoyo suficiente como para que pueda suceder cualquier cosa.
Incluso, puestos a suponer, que unas elecciones andaluzas anticipadas -que solo hay que descartar “a día de hoy”- quemen al ganador de las primarias antes incluso de que se celebre el congreso regional.