Entre las potestades de un presidente del Gobierno está la de cambiar sus ministros cuando le venga en gana; y esa cualidad -la de actuar sin más argumentos ni motivos- es una de las cosas que a Pedro Sánchez se le da estupendamente. Podría definirse como ‘sanchear’, y escapa -para nuestro pesar- al análisis y las cábalas de los analistas políticos. De hecho, si ahora nos pusieran alguna de nuestras frases de hace un mes sobre los cambios en Moncloa, quedaríamos igual que Pedro cuando le refrescan la hemeroteca de los indultos.
Ha prescindido de algún ministro -ministra o ministre- que metió la pata; pero también ha dejado dentro otros igualmente polémicos. Dice que es un gabinete más feminista, pero ha cesado a su vicepresidenta primera. Y pese a interpretarse como un gobierno que gira al PSOE, ha sacado a los dos ministros con mayor peso político, Carmen Calvo y José Luis Ábalos. Cuando Pedro ‘sanchea’ solo nos queda rendirnos.
No cuestiono que fuera este el momento. Según me cuentan, apenas si lo ha anticipado una semana sobre los plazos previstos. Lo que le ha fallado a Pedro en esta ocasión ha sido el relato. Salvo que lo que pretendiera fuera dejar en evidencia su ruptura con una etapa de su propia historia que ya no le conviene.
Lo de Carmen Calvo lo esperaban en el entorno de Moncloa, prácticamente, desde el inicio de la pandemia. En algunos círculos socialistas incluso llamó la atención que mantuviera un rango tan elevado en el nuevo gobierno de coalición; sobre todo, después de fracasar en algunas de las negociaciones previas. Sobre Ábalos, ya me habían comentado varias fuentes en distintas ocasiones que su continuidad como secretario de Organización tras el próximo congreso estaba en entredicho. Lo de abandonar el Gobierno y de manera tan precipitada me apuntan que quizás nos lo expliquemos en las próximas semanas.
La marcha de Iván Redondo sí ha sorprendido, incluso, a muchos colaboradores cercanos de Sánchez. Es cierto que el asesor pidió marcharse hace un tiempo, para aprovechar que todavía cotiza más por sus aciertos que por sus meteduras de pata. A veces se habla y, en el momento más inesperado, te toman la palabra.
Sin Redondo, Pedro Sánchez no tendrá que compartir sus éxitos pero tampoco tendrá nadie sobre el que descargar sus fracasos.
En realidad, Pedro ha inaugurado el ‘nuevo sanchismo’, otro más. Entrega a unos, recoge a otros, indulta a varios… Y todos tienen en común que prevalece Pedro Sánchez. Hasta el ‘sanchismo’ final.