Juanma Moreno se ha dado unos días de margen para meditar una decisión que hace ya tiempo que ha tomado. Uno puede improvisar un discurso en la entrega de trofeos de un distrito; o se entiende que Macarena Olona improvise por sevillanas en la próxima feria de abril cuando por casualidad -pongamos por caso- se cruce con José Manuel Soto. Pero un adelanto electoral no se decide en una semana por más que te ilumine el Cristo de la Exaltación.
El anticipo es un hecho desde el pasado otoño, en vísperas del fallido presupuesto para 2022. Desde entonces, solo había que buscar el instante oportuno. Lo que sucede es que, como nunca se ha dado el momento idóneo, Juanma ha esperado hasta el final, cuando ya no ha tenido más remedio.
Se da la circunstancia de que, aunque aún le diera por agotar, estaríamos paradójicamente ante un adelanto electoral, porque la legislatura se ha devaluado innecesariamente en los últimos meses a la espera de encontrar un relato que dejara conforme a todas las partes. Además, los motivos esgrimidos para justificar unas elecciones en junio lo obligan a convocar unos comicios entre las ferias y las sombrillas.
Se ha descartado el 12 de junio porque en el entorno de Juanma creen que no comunicará una decisión así fuera de San Telmo y el consejo de gobierno se celebra este martes en Málaga. Obviamos que el decreto lo puede firmar en cualquier momento y la rueda de prensa la podría convocar a final de semana y, así, hasta medio cumpliría con el plazo que se fijó. Se descarta el 19 por el puente del Corpus y ahora cobra fuerza el 26 de junio, como último domingo posible antes de las vacaciones.
Juanma se enfrenta a las mismas incertidumbres ahora o en noviembre; principalmente, el auge de Vox. Pero ahora tiene más certezas. Sobre todo, la dispersión de la izquierda y la posibilidad de obtener un resultado que fuerce a Vox a la abstención o a una repetición electoral donde se concentraría el voto útil.
Quiero elecciones. Maburro.