Jueces buenos o de derecha

La portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras, y el diputado de Junts Josep Maria Cruset E. P.

 

Junts, que es un partido de derecha, ha descubierto ahora que hay jueces de derecha, que hacen política judicial de derecha y que supuestamente prevarican. La misma Audiencia Nacional que hace unos meses, por ejemplo, archivó la causa por blanqueo contra el hijo menor de Jordi Pujol. 

Argumentación parecida han esgrimido desde la tribuna del Congreso tanto la diputada transitoriamente granadina de Podemos, Martina Velarde, como el diputado de Sumar Gerardo Pisarello. La afirmación parte de una dicotomía ventajista, por la que únicamente habría magistrados buenos o de derecha. Es de suponer que también existirán togados de izquierda, a los que con un subterfugio etimológico denominan progresistas. 

Los ataques deslenguados contra la justicia prevaricadora y con resquicios franquistas llegaron este martes a tales cotas que el PSOE tuvo que desmarcarse en público de esta enmienda casi a la totalidad a la judicatura. Habría tenido mayor valor si, en lugar de pronunciarse en la puerta del Congreso, el ministro Félix Bolaños se hubiera expresado también en la misma tribuna y dentro del debate del proyecto de ley. 

El desenlace es conocido, aunque no menos contradictorio. El texto de la amnistía fue rechazado y volverá a la Comisión de Justicia para que se elabore un nuevo dictamen; aunque precisamente el dictamen sí obtuvo suficientes votos favorables. 

Un cargo socialista resume la legislatura con la imagen del cruce sobre las brasas en la noche de San Juan. La amnistía no solo retiene maniatado al Gobierno, sino que tiene absorta a la oposición, incapaz de salir de este bucle de indignación y lamentos. 

Es curioso que el día en el que el PSOE dejó en evidencia su debilidad fuese también en el que recuperó algo de crédito sobre su palabra. De las declaraciones de Bolaños se interpreta que su grupo y el Gobierno se han plantado frente el chantaje independentista, que no accederán a enmiendas que comprometan la constitucionalidad de la ley, y que han repintado de bermellón las líneas rojas. 

Este es justo el punto en el que Pedro Sánchez suele hacer todo lo contrario.

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