¿Qué hará Pedro Sánchez?

Foto: Efe

Que el comité federal del PSOE pida la continuidad de Pedro Sánchez entra dentro de lo previsible; incluido que lo haga Emiliano García-Page, que ha tenido la intervención menos pasional y más atinada. Una “querella falsa” no puede tumbar a un presidente del Gobierno, ha dicho. 

Efectivamente, estamos ante una cuestión personal, aunque con una utilización política. 

Que 12.500 simpatizantes socialistas se concentren en la sede de Ferraz y ondeen banderas del partido para apoyar a su líder tampoco debe resultar extraño. Sobre todo, cuando Pedro Sánchez obtuvo hace menos de un año casi ocho millones de votos. 

¿Es esto lo que pretendía el presidente del Gobierno? ¿Una validación social y política? Si fuese así, no se debe confundir el respaldo activista y militante con el refrendo general. 

Me cuesta creer que un presidente del Gobierno, por muy calculador que sea, haya provocado esta crisis premeditadamente para buscar una escenografía que lo reafirme. Sería una irresponsabilidad. 

Me inclino por que verdaderamente esté inmerso en una reflexión personal; no sobrevenida, sino desde hace meses. Aunque dentro haya también algo de tacticismo. Siempre lo hay.

Desde el punto de vista del análisis político y desde la perspectiva de la comunicación, Pedro Sánchez se habría percatado de que una legislatura casi insostenible le restará más credibilidad y sosiego cada día que pase. No se trata solo de que ahora tenga problemas para llevar una vida civil sin que lo increpen por las calles; sino de que pueda hacerlo en un futuro, cuando -incluso- haya dejado la esfera pública. 

Una dimisión evita que pase a la historia como el presidente que aprobó la amnistía, el que sucumbió al independentismo, fulminó las expectativas del PSOE o el que contribuyó -porque la culpa es colectiva- a la polarización de la sociedad. En cambio, el giro de guion de la carta de amor -y una renuncia inédita- le devolverían parte de la credibilidad perdida y lo dejaría habilitado para un posterior destino en Europa.

Porque la denuncia -que no querella- contra su esposa no es sólida desde el punto de vista penal. Otra cosa es que todos los que nos movemos en la escena pública estemos sujetos a la valoración moral de quienes nos observan. 

“Merece la pena que ganen los buenos”, le ha emplazado a la resistencia la vicepresidenta María Jesús Montero. 

Cuando la política se concibe como un conjunto de decisiones donde tienen que perder los malos, deja de ser servicio público para convertirse en una frase revanchista.

 

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Otros desvaríos…

2 Comentarios

  1. Muy interesante como -casi- siempre. Lo cierto es que la trayectoria personal de los llamados servidores públicos hay veces que los condiciona hasta grados insospechados. Te invito a descubrir a La Bombera y El Despechado, que es así como se les conoce. Él o ella les aplaude y les deja hacer cada día más. Tirando del cordón hay premio.

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