Reabre este patio de conspiraciones tras el parón estival. Las vacaciones ya se sabe que son ese descanso que, afortunadamente, terminan justo cuando te has decidido a ordenar el trastero, apuntarte a un gimnasio o dedicarte a otras tareas igualmente indecorosas. Por eso el trabajo es una suerte.
Pero antes de empezar el curso político, me detendré a comentar algunos episodios veraniegos todavía no resueltos.
TERESA JIMÉNEZ, OCHO AÑOS DESPUÉS
En 2008 Teresa Jiménez dejó la Delegación del Gobierno para concurrir a las elecciones al Parlamento andaluz con el pronóstico de que si Manuel Chaves gobernaba le nombraría consejera. Y así ocurrió. Entonces escribí un artículo que -lo cito de memoria- empezaba más o menos así:
“En cuatro años como delegada del Gobierno, no he conseguido de Teresa ni un titular. Lo cual no sé si deja en peor lugar a ella o a mí”.
De sus ocho años al frente del PSOE de Granada -sin exagerar en exceso- podría repetir prácticamente lo mismo.
No ha sido Teresa una secretaria general mediática y, a veces, la actuación de la ejecutiva provincial se ha percibido demasiado condescendiente con algunos sectores del PP. Pero siempre ha sido amable en el trato y en el contacto directo. Pero en política más que por la educación te valoran por los resultados.
En el caso de Teresa, sus seguidores verán luces donde sus detractores aprecian sombras. Con ella en la sectretaría provincial, el PSOE cedió por primera vez la Diptuación provincial, pero también con ella la ha recuperado. Con Teresa los socialistas granadinos han perdido representación en el Congreso y en el Parlamento, pero se han mantenido como la formación mayoritaria en la provincia. Y también Teresa Jiménez recibió un partido con apoyo unánime y lo entrega fragmentado en tres tercios.
Todo esto es verdad. Como también lo es que no salió derrotada de ningún pulso interno de los que tuvo, especialmente, en los últimos dos años. Y el último fue en el congreso regional del 29 de julio.
En este partido, Susana Díaz no ha sido ni juez, ni parte, ni árbitro.
EL SILENCIO DE LUIS DE HARO
También de vacaciones me sorprendió el golpe interno en ‘Vamos, Granada’. Reconozco que como analista político -aunque dimitiese hace tiempo por errar en mis pronósticos- me pierdo en estos líos asamblearios. Me cuesta diferenciar un comunicado de Podemos, de otro del secretario general de Podemos, un tercero de la parte de ‘Vamos, Granada’ de Podemos y, por último, la opinión del porcentaje independiente de ‘Vamos, Granada’.
De todo este entuerto lo único que me ha llamado la atención ha sido una frase leída en el periódico, que hacía referencia a que Luis de Haro no quería hablar con este diario.
El antiguo jefe superior de la Policía Nacional debutó en 2015 como concejal aunque siempre estuvo vinculado a la órbita de un partido; sin que con esto quiera decir que fuese un comisario político. Tras amagar con disputar las primarias socialistas al propio Paco Cuenca, se refugió en ‘Vamos, Granada’ y encontró acomodo en la Diputación. En estos dos años, en su balance tiene haber presentado -solo o en compañía de otros- una denuncia contra Sebastián Pérez que terminó archivada y haber amagado con querellarse con todos los que le han incordiado. Los últimos, los miembros de la mesa de coordinación que pretendían expulsarle de ‘Vamos, Granada’.
Como no quiere hablar, no se le puede preguntar por el uso de los 4.000 euros de “asignación mensual” más “dietas” que Podemos Granada asegura que percibe de Diputación; un dinero que fue el propio partido quien lo puso en entredicho.
Esto sucedió hace tres semanas. Pero además del que no quiere hablar están los que ya no hablan.
Una cosa es barrer y otra esparcir el polvo.