El consejo de gobierno de la Junta ha aprobado esta mañana el presupuesto para 2013. Aunque ahora negará que han existido problemas -internos y externos- ha dejado bastantes evidencias por el camino. De entrada, retrasar excepcionalmente la reunión de los martes para cuadrar a martillazos un presupuesto cuyo principal inconveniente es que no tiene dinero.
Esta tarde volverá a representarse ese invento de llevar por las provincias un presupuesto que no está provincializado.
La Junta repetirá esa ceremonia de distribuir a sus consejeros para disfrazar la evidencia con palabras que nadie entiende. Y como ahora no hay consejero de la tierra, por aquí vendrá el malagueño Luciano Alonso, que dicho sea de paso ha barrido para Granada más que muchos dirigentes que cobran porque les votaron los granadinos.
No puede ser de otra manera. Habrá grandes partidas de gasto que se agotan en mantener los servicios públicos, que no es poco. Solo el 3,4% se dedica a inversiones mientras que el personal se lleva la tercera parte.
(Abro paréntesis malicioso: Curioso que pese a recortar teóricamente la estructura y el número de delegaciones a la mitad, el gasto de personal solo se reduzca un 8,3%).
Si sobra dinero se salvará algún proyecto simbólico en cada provincia.
En el caso de Granada, no más del metro o el nuevo Clínico. El primero financiado por un préstamo del Banco Europeo y el segundo pendiente de la inversión privada.
Como me dice una persona que es más sensata que política, a los delegados de la Junta les toca gestionar tiempos difíciles. Y, además, no tienen excusa, porque el agujero financiero del gobierno andaluz lo ha generado el PSOE. Aunque haya sido el PP desde el Gobierno central el que haya cerrado el grifo del déficit.
Ya tenemos presupuesto que llaman continuista. Aunque no haya dinero para continuar con muchas cosas.
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