Esta imagen cumple 50 años. Se publicó en la portada de IDEAL el 16 de febrero de 1962 junto al siguiente pie de foto:
«La plaza del Triunfo es una invitación al descanso. En todos tiempos. Y para cada tiempo su hora. Pero en invierno, si el día es bueno, la gran plaza-jardín es el refugio ideal para quienes desean sentir la caricia del sol a cualquier momento. La luz mañanera presta un encanto especial al lugar y lo hace ser quizás más maravilloso. El incipiente calaje da tonalidades diversas al panorama visto desde las alturas. Y como fondo, las siluetas de las iglesias y edificios de cuyas chimeneas se despiden los primeros humos -señal de actividades caseras-, y más lejos la vega, cuyo verdor se imagina entre la bruma que desaparecerá vencida por el sol. En estos espléndidos días que nos está regalando febrero, la plaza del Triunfo nos presenta, de mañana, este panorama que nuestro redactor gráfico, Torres Molina, ha sabido captar fielmente»
Plaza del triunfo. Vosotros sois más jóvenes que quien os escribe. En mis primeros años de bachillerato bajaba del tranvía en “el Triunfo”, con un billete no mas caro de diez céntimos. A mi izquierda, se entretenían mis ojos admirando como aquellas maquinas de gran pala, derruían la vieja plaza de toros. En los jardines aledaños, mal cuidados, daban espera para los vetustos amarillos tranvías que llevarían bolsas de compra hacia Pinos Puente y otros pueblos cercanos. Un día de ellos, recuerdo que cedí el asiento a un viejecito de barba plateada, al que posteriormente no dejo de visitar cuando retorno a mi Granada y pedirle que proteja a mis paisanos, y a mi, en estos días en que la fortuna y el bienestar, reclama tanta ayuda. Hoy, la Plaza del Triunfo, corona la única mujer que puede llevar la Corona sobre sus sienes. Allá por los años cincuenta del pasado siglo, la fuente de surtidores coloreados, era admiración y regusto para los granadinos, y hoy, es un lugar donde las recachas soleadas sirven para que gentes de todo tipo disfruten de un solaz reposo y relajamiento. Al tiempo, que las calles estrenaban sus pináculos de centelleantes colores… y supo que se llamaban “semáforo”, una más alegría para aquellos tiempos de tan escaso gozo. Esta plaza, es uno de los lugares en los que Granada puede pasear su sentido bucólico y pensar en su hoy, en la espera de un mañana mejor.