Coincidiendo con la llegada de la primavera de 1947, el Albaicín recuperó una de las iglesias que se perdieron durante la Guerra Civil.
El convento de Nuestra Señora de la Consolación, de las Agustinas Recoletas de Santo Tomás de Villanueva, «Las Tomasas», como todo el mundo las conoce, se fundó en 1635. Sufrió varios asaltos durante las revueltas de agosto de 1932, hasta que el 10 de marzo de 1936 un incendio la destruyó. Se perdieron varias obras de arte, entre ellas un cuadro de la Sagrada Familia obra de Risueño.
Era la primera de las iglesias del barrio que abría sus puertas pese a que su reconstrucción se realizó sin ninguna ayuda oficial, únicamente con limosnas. La nueva iglesia ocupaba el lugar de la desaparecida. La antigua distribución del edificio tenía dos plantas, iglesia y noviciado, pero, tras la reforma, solo quedó el templo. Su techo era una reproducción del de San Bartolomé y el retablo, pertenecía a San Miguel Bajo de donde procedía también el púlpito. Las imágenes de la Virgen de la Consolación estaba en el coro de la antigua iglesia destruida y las de San Agustín y Santo Tomás las donaron los Agustinos. La portada reproducía la de Santa Isabel la Real.