A las 11 de la noche del 25 de junio de 1987, el cine Príncipe ofreció su último pase. Su andadura cinematográfica terminó curiosamente con la película «Le Bal» (Sala de Baile) de Ettore Scola. Finalizaba así una nueva etapa de un local que comenzó siendo un almacén, luego un cine y desde el 28 de febrero de 1970, la más prestigiosa sala de arte y ensayo de la provincia. «Sedotta e Abbandonatta», de Pietro Germi, fue la película con la que el Príncipe inició su nueva andadura. Por la pantalla del Realejo pasaron también filmes como «Jules e Jim», de François Truffaut, «El Manantial de la Doncella», de Ingmar Bergman, o «Ser o no ser», de Lubitsch.
Cinco años más tarde, José Nadal, propietario del Príncipe, se hizo con la exclusividad para la proyección de películas de arte y ensayo en Granada y, con esta misma filosofía, reinauguró el cine Alhambra, en la calle Molinos.
El Príncipe cayó hace 25 años reconvertido en el «Corral del Príncipe», patio flamenco con bar, restaurante, pista de baile y escenario para actuaciones en directo. El Alhambra dejó de proyectar películas en febrero de 1989 para abrir, en 1992 como teatro. Se despidió con «Angustia», de Bigas Luna, (por cierto tan solo unos días después de que el Aliatar cerrara sus puertas). En Granada, en menos de veinte años se clausuraron salas como el Capitol, Gran Vía, el cine Granada, Apolo, Central, Albaycín, o el Regio. El verano que cerró el Príncipe, tan solo trabajaban el Madrigal, Multicines Centro, Isabel la Católica, Aliatar y Alhambra. También funcionaban las terrazas de verano de Vergeles, Las Flores, Tívoli y Central.

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