Hablamos del año 1947. Los trabajadores de Correos se dividían en dos categorías, los carteros urbanos y los peatones. En Granada había 58 carteros y 233 peatones. Los carteros hacían una oposición para acceder a su trabajo por el que cobraban unas cuatro mil pesetas anuales. Su principal queja era que el Estado no les reconocía ninguno de los beneficios de los que se aprovechaban el resto de empleados públicos ya que el servicio de Correos contaba con sus propios ingresos. Trabajaban los siete días de la semana, fiestas incluidas, y su jornada se prolongaba desde primera hora de la mañana hasta, en algunas ocasiones, bien entrada la noche. Los peatones lo tenían peor. Su sueldo no llegaba a las 800 pesetas  al año y su trabajo les ocupaba el día completo. Esperaban la valija con cartas, giros, certificados… y tras recogerla en la estafeta, emprendían su recorrido para entregarla en caseríos y poblados. Al mismo tiempo, retiraban de esos lugares la correspondencia y la depositaban a su vez en la oficina de Correos. Hacían recorridos diarios de hasta 48 kilómetros y los permisos por enfermedad eran a sus expensas. IDEAL aseguraba el problema del país no era de salarios, sino  de la carestía en el precio de los productos pero, en casos como el de estos trabajadores, por lo imprescindible que era su tarea, si se necesitaba un cambio.

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