Las fiestas más castizas de Granada siempre han constituido un buen argumento para la música. Fueron el origen del Festival Internacional y el descubrimiento del Palacio de Carlos V como el escenario más privilegiado. Fue durante las fiestas del Corpus de 1883 cuando se abrió al público el recinto renacentista «para dejar oír en su soberbio redondel los alegres ecos de una magnífica orquesta», decía La Tribuna, un periódico de la época recogido en el libro ‘Los conciertos en la Alhambra 1883-1952’ de Rafael del Pino. Los primeros fueron recitales matinales «á grande orquesta», hasta 1887 cuando comienzan a celebrarse grandes conciertos sinfónicos. En aquel año, el Ayuntamiento programa lo mejor del panorama musical de la época: Tomás Bretón y la Orquesta de la Sociedad de Conciertos de Madrid. Desde aquel momento las veladas sinfónicas del Corpus se constituyen en constante y la participación del maestro Bertón, casi en una tradición. El músico volvería a Granada en varias ocasiones con programas que incluían a Beethoven o Wagner. La cita musical del Corpus se consolidaba año a año con la participación de Fernández Arbós y la Sinfónica de Madrid, Bartolomé Pérez Casas, Conrado del Campo, Ernesto Halffter o Ataulfo Argenta. La Alhambra va cobrando protagonismo como escenario y, en 1922, en la plaza de los Aljibes, se celebra el Concurso del Cante Jondo, también durante las fiestas del Corpus. Tras el paréntesis que supuso los años de Guerra Civil, y la austeridad que continuó en los primeros años de la década de los cuarenta, la vida cultural granadina va adquiriendo cada vez más protagonismo. La ópera también estuvo muy presente en la programación de las fiestas con las intervenciones del gran tenor Miguel Fleta. Acontecimientos musicales, muchas veces con la entusiasta aportación del Centro Artístico, que fueron configurando la vida cultural de Granada y que dieron relevo, casi setenta años después, al magnífico Festival.
Del Corpus al Festival
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