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Cabalgata de Reyes en plena guerra

¿Cómo fue la cabalgata de Reyes Magos de 1939? Así lo contó IDEAL en su crónica del cortejo el 6 de enero de ese año, hace 80 años.

Como venía haciendo desde 1912, el Centro Artístico preparaba el desfile de los Reyes Magos por las calles de la capital. En aquel 1939, con España sumida en una dura Guerra Civil, el cortejo de la fantasía era más necesario que nunca. Lo difícil era conseguir los juguetes, pero la magia de sus Majestades de Oriente tocó la solidaridad de los granadinos que se volcaron con los niños. Durante todas las navidades, los salones del Centro Artístico se llenaron de objetos donados por los socios que eran subastados para recaudar fondos. Por ejemplo, aquel año alguien pagó 126 pesetas por una pequeña acuarela de Apperley. Además había una suscripción que no paraba de recibir donaciones y también se aceptaban donativos de caramelos y golosinas para la cabalgata.
El 5 de enero a las seis de la tarde, las puertas de la plaza de toros del Triunfo se abrieron para dar paso al desfile real. Triunfo, San Juan de Dios, Duquesa, Plaza de la Trinidad, Mesones, Puerta Real Reyes Católicos, Sierpe Alta, Plaza de las Descalzas, con parada en el Gobierno Militar, calle Colcha y vuelta por la Gran Vía hasta el Triunfo, ese fue el recorrido. Una sección de la guardia municipal montada con uniforme abría el cortejo, seguido por clarines, gastadores, palafreneros y la estrella, acompañada por coros de pastorcillos. Cuentan las crónicas que la emoción de los niños fue sorprendente ante la fastuosidad del espectáculo, pues creían tener delante a los auténticos Magos de Oriente con su brillante corte. Después del recorrido, los Reyes Magos se dirigieron en dos autobuses al Orfelinato de la Diputación en los Ogíjares donde repartieron juguetes entre los más de seiscientos niños que había allí acogidos.
Aquel año los voluntarios del Centro Artístico consiguieron más de diez mil juguetes, que repartieron entre las escuelas nacionales, comedores de Auxilio Social, Asociación Granadina de la Caridad, Escuelas del Ave María y demás hospicios y hospitales.

El cortejo a su paso por la calle Reyes Católicos. Torres Molina/Archivo de IDEAL
Reyes Magos y pajes posan antes de la salida de la Cabalgata de Reyes Magos en la Plaza de Toros del Triunfo. 6 de enero de 1940 Torres Molina/Archivo de IDEAL
Cabalgata de Reyes Magos en Granada: en la imagen, sua Majestades entregan los regalos a los niños del orfelinato de la Divina Infantita. 6 de enero de 1949 Torres Molina/Archivo de IDEAL
Un grupo de niños admiran los juguetes en un escaparate de un comercio granadino. 5 de enero de 1950 Torres Molina/Archivo de IDEAL

Bib Rambla, zoco de Pascua

El recuerdo que hoy describe esta sección se remonta a los años cuarenta, pero el aire que se respira en este rincón de la ciudad, no ha cambiado tanto. Entonces, la plaza se llenaba en sus cuatro costados de puestos de roscos de vino y aguardiente, de mantecados, de peladillas, de polvorones… y de juguetes baratos. El lugar perdía ese engolamiento de plaza oficial y ganaba en colorido, en alegría. Los niños se convertían en los dueños del sitio. Eso no ha cambiado aún. Tampoco la sencillez que caracterizaba a los puestos, como los cercanos de la Trinidad, con los pavos, pollos y chotos agrupados en corralillos. Pero los pequeños seguían buscando la zambomba más escandalosa, o la figurilla que les faltaba en su Nacimiento. Ya solo les quedaba esperar impacientes, como alguna vez relató Juan Bustos, a que sus padres les llevaran a la estación de Andaluces para coger de la escoria sobrante de los trenes, los trozos de carbón de piedra que, convenientemente «nevados» después con bicarbonato, simularían las montañas del Belén, o que en el paseo junto al río, convertido en aventura, trajeran a casa el musgo que convertiría en un campo verde el aparador.

Decoración navideña en Puerta Real en una imagen de los años 60. Torres Molina/Archivo de IDEAL
Decoración navideña en Puerta Real en una imagen de los años 60. Torres Molina/Archivo de IDEAL
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Puestos navideños en Puerta Real. Fecha desconocida/ Archivo de IDEAL
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Venta de pavos en la plaza de la Trinidad. Fecha desconocida. Torres Molina/Archivo de IDEAL

ZAMBOBA
Puesto ambulante de zambombas en el centro de Granada. Fecha desconocida. Torres Molina/ Archivo de IDEAL

El día del Guardia Urbano

Para los hombres del casco blanco». Así firmaba Zirto el artículo de «Siluetas y momentos» de la sección de opinión de IDEAL el 22 de diciembre de 1934. En él lanzó la idea de ofrecer un homenaje a los agentes de circulación, para los que pedía un obsequio de parte de «cada uno de los dueños de los automóviles que durante el año transcurrido han podido librarse de un serio accidente por intervención directa de los agentes de la circulación rodada». La idea la recogió la Compañía de Autobuses Urbanos, a la que secundó parte de la prensa de la ciudad y, el 1 de enero de 1935, por primera vez en Granada, los agentes recibieron el homenaje popular como «premio a sus meritísimos servicios al público». Desde muy temprano, el puesto de Puerta Real y el de Correos se fueron llenando de regalos, algún que otro pavo y botellas de vino, que el guardia cambiaba por abrazos de agradecimiento. «Su presencia conmovió a los curiosos que ya se habían estacionado en las aceras para presenciar el nuevo espectáculo en nuestra ciudad», decía IDEAL. Se recibieron los paquetes más peculiares, como una bandeja de dulces que llevaba como dedicatoria: «De un ciudadano que no ha sido atropellado». En otro momento, el conductor de una furgoneta le dejó al agente una ristra de cebollas. Al guardia del cruce de la plaza del Carmen y la calle del Príncipe, un dentista le entregó una tarjeta escrita por detrás con el texto «vale por la extracción de una muela». Los conductores de la Alsina y de la compañía de autobuses urbanos les regalaron cajas de licores y aves. Otro obsequio curioso fue el que recibió el guardia de la Carrera del Genil: como alguien le había regalado un gallo, que estaba atado de una pata junto al agente, al pasar un vecino, le entregó un papel en el que se leía: «Vale por diez céntimos de trigo para el pollo». Un sastre regaló un corte de traje y otro se ofreció a coserlo gratis. En pleno cruce de Gran Vía con Reyes Católicos, los camareros de un restaurante cercano colocaron una mesa y un mantel y sirvieron un almuerzo de entremeses, tortilla del Sacromonte, rape, gambas fritas y habas con jamón para los guardias destinados en ese puesto, que comieron ante la mirada de todo el que pasaba por allí. De esta manera cuenta IDEAL que transcurrió el primer día dedicado a los «hombres del casco blanco», una tradición que se celebró todos los primeros de año, se suspendió durante la Guerra Civil, se retomó en 1951 y se mantuvo hasta los 70.

El 30 de diciembre de 1971, el teniente de alcalde delegado de la policía, Rojas Pérez, pidió en un pleno municipal que dejara de celebrarse el homenaje «por el bien del tráfico», que había aumentado bastante desde que se iniciara la fiesta treinta años atrás. El concejal aseguraba haber preguntado a la plantilla y contar con el acuerdo de todos en suspender la celebración.

[* Celebración del día del guardia urbano en 1968]