Para los hombres del casco blanco». Así firmaba Zirto el artículo de «Siluetas y momentos» de la sección de opinión de IDEAL el 22 de diciembre de 1934. En él lanzó la idea de ofrecer un homenaje a los agentes de circulación, para los que pedía un obsequio de parte de «cada uno de los dueños de los automóviles que durante el año transcurrido han podido librarse de un serio accidente por intervención directa de los agentes de la circulación rodada». La idea la recogió la Compañía de Autobuses Urbanos, a la que secundó parte de la prensa de la ciudad y, el 1 de enero de 1935, por primera vez en Granada, los agentes recibieron el homenaje popular como «premio a sus meritísimos servicios al público». Desde muy temprano, el puesto de Puerta Real y el de Correos se fueron llenando de regalos, algún que otro pavo y botellas de vino, que el guardia cambiaba por abrazos de agradecimiento. «Su presencia conmovió a los curiosos que ya se habían estacionado en las aceras para presenciar el nuevo espectáculo en nuestra ciudad», decía IDEAL. Se recibieron los paquetes más peculiares, como una bandeja de dulces que llevaba como dedicatoria: «De un ciudadano que no ha sido atropellado». En otro momento, el conductor de una furgoneta le dejó al agente una ristra de cebollas. Al guardia del cruce de la plaza del Carmen y la calle del Príncipe, un dentista le entregó una tarjeta escrita por detrás con el texto «vale por la extracción de una muela». Los conductores de la Alsina y de la compañía de autobuses urbanos les regalaron cajas de licores y aves. Otro obsequio curioso fue el que recibió el guardia de la Carrera del Genil: como alguien le había regalado un gallo, que estaba atado de una pata junto al agente, al pasar un vecino, le entregó un papel en el que se leía: «Vale por diez céntimos de trigo para el pollo». Un sastre regaló un corte de traje y otro se ofreció a coserlo gratis. En pleno cruce de Gran Vía con Reyes Católicos, los camareros de un restaurante cercano colocaron una mesa y un mantel y sirvieron un almuerzo de entremeses, tortilla del Sacromonte, rape, gambas fritas y habas con jamón para los guardias destinados en ese puesto, que comieron ante la mirada de todo el que pasaba por allí. De esta manera cuenta IDEAL que transcurrió el primer día dedicado a los «hombres del casco blanco», una tradición que se celebró todos los primeros de año, se suspendió durante la Guerra Civil, se retomó en 1951 y se mantuvo hasta los 70.
El 30 de diciembre de 1971, el teniente de alcalde delegado de la policía, Rojas Pérez, pidió en un pleno municipal que dejara de celebrarse el homenaje «por el bien del tráfico», que había aumentado bastante desde que se iniciara la fiesta treinta años atrás. El concejal aseguraba haber preguntado a la plantilla y contar con el acuerdo de todos en suspender la celebración.
[* Celebración del día del guardia urbano en 1968]