Algo tan trascendente como ‘un pacto por Granada’ que ayude a la provincia a salir de la bronca política de la que se retroalimenta a diario y aune esfuerzos y recursos en la misma dirección, no parece que haya suscitado demasiado entusiasmo entre las principales fuerzas políticas. Ni entre los socialistas que lo ofrecen para determinados asuntos, ni entre el PP que lo recogen a condición de que no haya veto de temas. Y todavía peor, entre los ciudadanos el anuncio muere antes de nacer tal vez, como me decía hace unos días en privado un dirigente político, “porque no somos creíbles partidos y dirigentes que anuncian una y otra vez lo que no hacen y piden y ofrecen lo que no creen y, puede, que no quieran porque se vive cómodo en la estrategia de la confrontación”. La reflexión es demoledora pero la clave está en averiguar hasta qué punto es real para saber el origen de los problemas de Granada.
Quizás por esa mirada realista sobre las cosas de esta tierra, el subdelegado del Gobierno, Santiago Pérez, decía a los periodistas que “el gran pacto por Granada es que cada Administración cumpla sus compromisos”. Pérez López no es partidario de dejar pelotas en los tejados de nadie, y ha decidido dar un paso adelante preocupándose de hacer y cumplir lo que está en su mano y tenderla para ayudar en lo que sea preciso. No es poco para empezar que cada uno haga lo que debe y cumpla lo que promete y que cuando Granada ‘se juegue la vida’, que hoy por hoy es frecuente, todos hagan lo que deben: empujar en la misma dirección.