Fitur nos ha dejado una de esas imágenes de las que Granada está tan necesitada: la de la unidad política e institucional en un proyecto común. Ayuntamientos, incluido el de la capital, Junta de Andalucía, Diputación y empresarios se dan la mano en una foto de familia que proyecta la idea del trabajo en equipo para fortalecer un sector que alimenta la economía granadina y se ha convertido en la principal baza para activar el desarrollo, la demanda de infraestructuras y la creación de empleo.
Parece absurdo que sea noticia que los representantes políticos y agentes sociales granadinos puedan ir de la mano en la defensa de los intereses de la provincia, pero lo cierto es que lo es porque esta imagen de unidad no se repite en otros proyectos ni demandas ciudadanas, y porque ha habido etapas en la que el Ayuntamiento de la capital, el Patronato Provincial de Turismo y hasta ciudades como Almuñécar, hacían la guerra por su cuenta y se presentaban en la principal feria europea de turismo como reinos de taifas separados hasta en la ubicación y enfrentados como rivales. No era el camino y aunque todavía afloran comportamientos partidistas aislados, como ocurrió en el proyecto para relanzar los vuelos internacionales en el aeropuerto, la imagen de unidad se ha impuesto para promocionar en bloque la marca Granada y su oferta plural y privilegiada frente a otros competidores nacionales.
Granada está en Fitur con los datos de un año de récord en visitantes y pernoctaciones y con el convencimiento del potencial de una provincia que tiene en el turismo un aliado de progreso, no el único -ni es ni debe serlo-, pero sí un aliado que aporta crecimiento incluso en momentos difíciles como estos. Cuidarlo y apoyarlo debe estar entre los objetivos de la iniciativa pública y privada por encima de personalismos y siglas de partido porque al final gana Granada, y si Granada gana ganamos todos.