A lo largo de la vida uno se propone diferentes retos. Unas veces los teñimos con el halo de los sueños y otros los conjugamos con verbos que tienen que ver con la motivación, las aspiraciones profesionales, la ambición…, también con la esperanza. Pueden ser pequeños o grandes, pero su tamaño suele depender más de la medida de la confianza en nosotros mismos que de su dificultad real.
Es corriente comparar esos objetivos con la práctica del deporte de la escalada o del montañismo. Conquistar la cima, alcanzar el punto más alto es el momento en el que todo el esfuerzo y el sufrimiento pasan a un segundo plano y la contemplación del paisaje, aunque sea por unos minutos, merece el sacrificio realizado encarar al cielo como único testigo que queda por encima de nuestra cabeza.
En mi experiencia como montañero, muchas han sido las cimas que me he propuesto y que he alcanzado. Pero aún me quedan nuevas cumbres, más altas, más míticas, más lejanas… Todo a su tiempo.
En el ámbito profesional, han sido muchos los retos, grandes y pequeños. Unos realizados, otros frustrados. Pero, en todos ellos, quedó el aprendizaje y las relaciones humanas. En el que transito en este momento, conjuga la emoción de afrontar un nuevo proyecto con la pasión por la naturaleza. Dirigir un congreso de Montañas implica poner toda la experiencia al servicio del diseño, planificación y gestión de un conjunto extenso de tareas, y también la visión de realizar un trabajo que, teniendo fecha de vencimiento, se ha de traducir en el beneficio para todos los intervinientes (instituciones, administraciones, empresas, colaboradores) y para la ciudad en su conjunto. Culminar una primera edición no es alcanzar un objetivo medible, sino construir para que pueda haber una continuidad en años posteriores.
La diferencia entre el reto de escalar una montaña y desarrollar con éxito un evento como un congreso es que, en el primer caso, la cima no se desplaza, no incrementa su altitud, las dificultades sobrevienen por las condiciones externas (las ambientales) o por el mal dimensionamiento de las capacidades o de la preparación. En el segundo, las variables desfavorables pueden aparecer pero el objetivo también puede crecer sobre el fijado inicialmente y pasar de ser una colina a toda una cordillera.
Y esto es lo que ha sucedido con el I Congreso Internacional de las Montañas (CIMAS) que se celebrará en Granada del 5 al 11 de marzo de 2018: ha pasado de ser un evento para contribuir a la promoción de los destinos y marcas de Sierra Nevada, Granada y Andalucía, así como para prestigiar su producción científica, a ser el referente en el apoyo al desarrollo económico del territorio, a la defensa del medioambiente y a la preocupación por el cambio climático. Será ejemplo y vanguardia de actuaciones y prácticas en los territorios, pueblos y ciudades de montaña de todo el mundo.
Desde el principio, la organización fue consciente de que las zonas de montaña se enfrentan a importantes cambios derivados del doble filo de la globalización: por una parte, los retos del progreso económico reclaman nuevos paradigmas para garantizar el desarrollo social sostenible y, por otro lado, las consecuencias del cambio climático requieren una especial atención para reducir sus efectos y tratar de mitigar las causas que lo han originado.
El turismo deportivo, de naturaleza y rural y la industria de la nieve son motores clave para la economía de las poblaciones en entornos de montaña, pero también lo son los recursos naturales avalados por la biodiversidad que es necesario preservar y respetar para garantizar su conservación e implicación en la construcción de los elementos identitarios de los pueblos que los habitan. Por ello, su eslogan “Montañas, fuentes de vida y de futuro” está inspirado en la trascendencia estratégica que Sierra Nevada tiene como marco de actuación conjunta y multidisciplinar entre los gestores responsables de conjugar desarrollo sostenible y preservación del medio natural, cuyas experiencias pioneras son extrapolables a otros territorios de similares características.
Los objetivos que nos planteamos fueron conocer, analizar y debatir estudios, propuestas y experiencias sobre las perspectivas de preservación frente a desarrollo económico, explorar soluciones innovadoras por parte de la ciencia y la tecnología para encarar los retos que está marcando el cambio climático y, por último, implicar a toda la sociedad en el proceso.
Fruto de esta estrategia es la consecución de un programa formativo para universitarios en el que participarán 20 profesores y expertos procedentes de los ámbitos de las ciencias medioambientales y sociales y que ya cuenta con 100 alumnos inscritos; un programa científico defendido por 150 ponentes procedentes de casi 20 países, y desarrollado en 9 ponencias plenarias, 15 mesas redondas, 6 sesiones paralelas, 4 jornadas técnicas y la defensa de más de 100 comunicaciones científicas; y un intenso programa cultural que constituirá CIMAS ABIERTO.
Como todas las grandes cimas, su conquista no se redime con el hecho de alcanzarla, sino con el reto de ascender a una más alta. Por lo pronto, les espero en esta que tendrá lugar dentro de tres semanas.
José Manuel Navarro Llena
@jmnllena