«La Ciudad Comprometida»
Por M. Eulalia Fernández Bermejo. Arquitecta
La importancia del color para la vida cotidiana es algo evidente. Existen muchas teorías que defienden que la “colorterapia” influye en nuestras emociones y en nuestro modo de vivir el entorno, lo aplicamos a diario a nuestra ropa, a nuestros coches, a nuestros muebles… Sin embargo, a la hora de construir nuestras ciudades es algo que no tenemos en cuenta. Generamos ciudades inhóspitas para el habitante cotidiano, ciudades cargadas de grises, inmersas en seriedad y rutina, en los colores que llenan el asfalto, los pasos de cebra, los semáforos, las farolas, etc. Cuanto mayor es la ciudad más gris acaba siendo.

Tenemos mucho que aprender de núcleos de población que no han perdido su identidad cromática, núcleos en los que el color es un elemento más que da cualidad y calidad al espacio público, además de dotarlo de una identidad e imagen propia. Podemos poner como ejemplos, los típicos pueblos granadinos de la Alpujarra en el Sur de España, pueblos inundados por el blanco, con cuidados elementos vegetales que dan pinceladas cromáticas, pueblos del norte de Marruecos, como Chaouen que han conseguido generar una identidad propia gracias a un color, ejemplos en Maracaibo Venezuela, donde las fachadas se llenan de colores vivos y brillantes, o ejemplos en centro Europa en la ciudad de Colonia donde podemos encontrar calles en donde ninguna de la viviendas tienen el mismo color en su fachada.
Tanto el color que tienen nuestras ciudades vistas desde lejos, integradas en el paisaje, como cuando nos encontramos inmersos en ellas, cuando las recorremos, las paseamos… en definitiva cuando las vivimos, es algo que influye de modo importante en la interacción del habitante con su entorno.
¿Por qué no diseñar nuestras ciudades de la manera acogedora que desearíamos para nuestros hogares? ¿Por qué no utilizar el color en ellas?


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9 respuestas a «Colorterapia urbana»