PROTEGIENDO… ¡EL USO PÚBLICO EN LA VEGA!

«El Territorio Comprometido»

Hace unos días  abrimos nuestro espacio de debate de La ciudad Comprometida a la propuesta que un colectivo de ciudadanos para instar a la Declaración de La Vega de Ganada como BIC: Zona Patrimonial…. Como también, declaré públicamente mi escepticismo sobre la oportunidad de dicha iniciativa: “yo no creo que en este momento sea buena idea impulsar la Declaracion BIC, precisamente cuando al fin se esta impulsando el Plan Especial de La Vega, mucho mas idóneo para resolver todas las cuestiones que atañen a este espacio singular, que no son solo de carácter patrimonial ni agrícola”. De ahí que pedí a Charo Pérez Oramas, Directora de Edificación y Proyectos urbanos de GRarquitectos que reflexionara sobre estas cuestiones, para exponéroslas… Y aquí las tenéis:

Agricultores trabajando la vega de Granada.
Agricultores trabajando la vega de Granada.

PROTEGIENDO… ¡EL USO PÚBLICO EN LA VEGA!

Cuando hablamos de la Vega de Granada es necesario realizar una reflexión profunda sobre su verdadera identidad y funcionalidad, y para ello debemos de partir de lo que es actualmente la Vega, qué funciones cumple, qué cargas soporta, pero también se debe pensar en claves de futuro, qué nuevas funciones podrá cumplir, y que cargas podrá soportar.

No nos engañemos.  El término Vega de Granada se ha mitificado por el habitante de la ciudad, creando una imagen abstraída de su realidad funcional  y limitada conceptualmente a la explotación agrícola y todos los aspectos que conlleva.

A día de hoy la Vega cumple múltiples funciones,  tanto activas como  pasivas que hacen de ella un conjunto único.  La Vega es agrícola, esa es su principal función, y el origen de este espacio, pero también  es soporte de múltiples infraestructuras necesarias para el desarrollo económico  y laboral, cubre necesidades residenciales  y ofrece oportunidades diversas de ocio para el ciudadano.

Con todo ello, es inútil pensar que la Vega podrá sobrevivir si únicamente nos apoyamos en el concepto de explotación agrícola y en la potenciación del patrimonio histórico ligado a ella. La Vega está viva, y cierto, lo que la mantiene así  es el día a día del agricultor, pero también los nuevos usos que poco a poco se han ido haciendo un hueco en ella. La clave de todo esto está en saber integrar estos usos de manera que puedan convivir y sobre todo, que se complementen unos a otros.

Plantear proteger la Vega volcándonos únicamente en mantener sin más su patrimonio arquitectónico, sus acequias,  parcelas agrícolas, sin incorporar un concepto tan claro como el USO PÚBLICO, no llegará  a buen puerto.  El patrimonio de la Vega pasa también por el uso que se le da, y para que continúe vivo tiene que producirse haciendo al ciudadano partícipe de ella, que la vea, que la visite, que la palpe… Con esto no se está diciendo que se debe arrasar con la agricultura, cosa que sería una aberración, porque como ya se ha comentado, es la que da la identidad de la Vega, sino que se debe buscar la fórmula para que el ciudadano descubra este espacio valorado tanto ambiental, cultural, como paisajísticamente.

El definir ámbitos de acogida para el uso público en puntos estratégicos permitirá enriquecer  el sistema de espacios libres propuestos por el POTAUG, pudiendo albergar actividades deportivo – recreativas, lúdico culturales y didáctico – educativas que harán al ciudadano apropiarse simbólicamente de un espacio,  que lo sentirán como suyo y en consecuencia lo protegerán.  La definición de estos espacios lleva consigo el análisis de tres conceptos básicos: la definición del soporte o sitio, su escala y si accesibilidad. Con todo ello aparece el concepto de “sitios de oportunidad “,  tales como el encuentro de caminos, los bordes urbanos, líneas de conectividad que permitirán la implantación de equipamientos específicos de apoyo al uso público.

Otro aspecto a tener en cuenta es el fomento de una movilidad sostenible que debe ser apoyada en una red de carriles bici y  peatonales sobre la Vega, máxime cuando  los desplazamientos motorizados han alcanzado cotas elevadas de saturación. Bien mirado, las distancias no son grandes, por lo que proponer una movilidad alternativa que permita un recorrido y disfrute de la Vega para actividades cotidianas hará que poco a poco el uso público se vaya produciendo de manera natural y sin grandes cambios en la morfología del soporte.

También se debe sensibilizar y poner en valor el paisaje de la Vega, para que eso sea precisamente lo que mueva al ciudadano a adentrarse en ella. Actualmente la Vega tiene un paisaje socialmente desconocido o menospreciado que bien gestionado, puede convertirse en un recurso económico en sí mismo que de apoyo a actividades turísticas.

Finalmente es fundamental la creación de un sistema continuo de espacios libres mediante la incorporación de parques  que permitan al ciudadano el uso y disfrute de un espacio que se entenderá como público, pero que se desarrollará de forma totalmente compatible con el uso agrícola.

Carril bici en la vega de Granada.
Carril bici en la vega de Granada.