EL EROTISMO EN LA PREHISTORIA, EL ARTE Y EL PAPEL DE LA MUJER

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Hoy os traemos a la Ciudad Comprometida una introducción a la sexualidad y el erotismo del ser humano prehistórico que tuvo su plasmación en arte como modo de expresión e implicaciones morales que han llegado incluso hasta nuestros días. La existencia de dos sexos no es lo más corriente entre los seres vivos. La mayor parte de las especies son asexuadas, reproduciéndose con gran abundancia aunque con menor variabilidad genética. El sexo posibilitó una rica diversidad y la creación de fuertes vínculos entre los organismos. Las sociedades del pasado pronto se apercibieron de las implicaciones reproductivas, sociales y simbólicas del sexo. A parte de su función como acto perpetuador de la especie, no siempre fue un acto de placer. Durante muchos años reinó el orden moral y sexual que ejercía una verdadera opresión sobre la vida privada. La procreación solo se entendía dentro de la pareja, con fines reproductivos y para asegurar la herencia y la filiación. El sentimiento amoroso va a la par con la consideración que se tiene por los muertos, con el sentido de la estética, características propiamente humanas solo desarrolladas por el hombre de «Cromagnon«.

Venus de Dolní Věstonice.   Fuente: wikipedia.org
Venus de Dolní Věstonice. Fuente: wikipedia.org

Haciendo un repaso por la Prehistoria, en el Paleolítico superior, hace unos 35.000 años, las sociedades humanas comienzan a plasmar por primera vez el sexo en imágenes. Las cuevas se llenan de signos asociados a la reproducción, y las composiciones parecen indicar un mundo visto como dualidad masculino-femenino.

Ya en el Neolítico, las figuras del arco mediterráneo nos muestran la nueva sociedad patriarcal y masculina. El poder es de los hombres y ellos ahora se muestran esquematizados con sus miembros destacados y protagonizando escenas de acción.

Las sociedades complejas del Neolítico avanzado y de la Edad del Bronce idealizan a la mujer con figuras que exaltan la fecundidad. Para el hombre, la procreación llega  a ser un ritual cargado de un erotismo-mágico, mientras que la mujer se transforma en Madre naturaleza, en un ser que tiene el poder de crear vida. La figura del “Chamán”, se convierte en el nexo de unión entre lo desconocido y la realidad, que, a través de la liturgia y el erotismo, llega a su máxima significación simbólica.

Venus de Laussel. Fuente: mec.es
Venus de Laussel. Fuente: mec.es

Las representaciones de la mujer, las denominadas “Venus”, son mayoritariamente esculturas. Por su forma tridimensional  fueron imágenes a las que se les rendía culto y se convirtieron en “objeto” transportable que podía adorarse “in situ«. La Venus es un ser mágico, es la  creadora y gracias a ella se  perpetúa la vida, es el eje principal de la comunidad pues alberga la vida en su interior.

Para algunos historiadores, la iconografía escultórica de las diosas madre es la coartada masculina para desplazar al sexo femenino, que desde entonces es el sexo débil”. Esta situación de consideración de la mujer como ser  inferior respecto al hombre se ha mantenido hasta el periodo contemporáneo, aunque lamentablemente aun en la actualidad existan sociedades donde dicho avance no se ha producido.

Desde este blog, como no podría ser de otra manera, abogamos por la plena igualdad de la mujer en todos los ámbitos de la vida, conscientes que siglos y siglos de discriminación no son fáciles de dejar atrás, pero como sociedad comprometida con la igualdad no podemos más que aportar nuestro granito de arena en este arduo camino. Con esta introducción a la sexualidad y el erotismo prehistórico pretendemos mostrar que esta situación de exclusión social de la mujer no es algo reciente, que no siempre fue así, que se retrotrae hasta nuestro pasado más remoto y se enraíza en nuestras más profundas relaciones humanas. Desde una visión actualizada, sin ataduras, debemos apreciar este arte primitivo como una muestra más de nuestra capacidad de expresar sentimientos y de reflejar la época de unos seres humanos no tan distintos a nosotros.

Si deseáis ampliar esta documentación sobre la simbología del erotismo de nuestros antepasados, podéis consultar ,entre otras, las webs la Fundación Atapuerca, o arterupestre-c.com

Jesus Maria Cuesta, arquitecto de GRarquitectos

1 Comentario

  1. La verdad es que me ha parecido bastante interesante el articulo de hoy y como no tenia bastante informacion sobre el mismo le he dedicado unos minutos a indagar sobre el temay he encontrado varias disertaciones que contradicen un poco lo escrito; ya que indican que la situacion de la mujer en la prehistoria era mas igualitaria y ha sido con el paso de los siglos y el «avance social» lo que las fue minusvalorando; os dejo las mismas a ver que opinais:

    La sociedad prehistórica era más igualitaria que la sociedad moderna. Al menos, por lo que respecta al reparto de tareas entre los hombres y las mujeres. Puede parecer sorprendente, pero no lo es. Las sociedades que giran en torno a la naturaleza y viven en contacto directo con ella actúan de manera más igualitaria. Y no hace falta remontarse en el tiempo para comprobarlo. Las comunidades amazónicas que subsisten aún, inmersas en la naturaleza, atestiguan estas pautas de comportamiento, esto lo señala la directora del Museo de Prehistoria de Valencia, Helena Bonet.

    Carolina Moya Castillo investigadora del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la UGR indica en su investigación sobre identidad de género y edad en la Prehistoria que en todas las sociedades conocidas existe una división del trabajo por sexos. Esta separación no implica que un grupo realice tareas menos importantes que el otro, sino que es una estrategia social para obtener más éxito en la explotación de los recursos. Algunas teorías apuntan a que en este reparto fue fundamental la vinculación de las mujeres con las crías humanas, que requieren una atención constante al menos durante los primeros años de vida. En sociedades como las prehistóricas, la alimentación de los individuos infantiles mediante la lactancia era un recurso fundamental y esto pudo vincularlas a las actividades de mantenimiento y al espacio domestico pero sin que eso significara necesariamente desigualdad o subordinación. El menosprecio hacia estos trabajos es una construcción posterior de la sociedad patriarcal en la que vivimos.

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