Faltaría poco más de un año para que Gallego Burín escenificara, piqueta en mano, el derribo del legendario barrio, pero el 24 de febrero de 1939, hace ahora ochenta años, el pleno municipal aprobó uno de los proyectos de reforma urbana más importantes de Granada. En el derribo de la zona baja de la Manigua, cuenta la crónica publicada en IDEAL «Se construirán nuevas calles. Una de las nuevas vías comunicará la Puerta Real con el Campillo Alto y otra será transversal desde la Acera del Casino a la calle Navas».
También se ensancharía Puerta Real, «construyéndose una amplia rotonda con la nueva línea que formará la esquina de Reyes Católicos y la Acera del Casino».
El barrio, un laberinto de callejuelas que se extendían entre Puerta Real y San Matías, acogía los prostíbulos de Granada y su derribo era una vieja aspiración de la ciudad, incluso se adoptaron medidas un poco ingenuas para su demolición, como aquel alcalde que mandaba cada noche a los bomberos para ver sin los chorros de agua acababan con las desvencijadas casuchas.