Tres testimonios imprescindibles y sin complejos sobre la huelga general del 14N

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Tres testimonios de tres personas que antes de la huelga del 14N escribieron su posición ante la convocatoria. El primer testimonio expresa las dudas que nos albergan a muchos trabajadores de nuestra generación a la hora de apoyar una propuesta que compartimos en el fondo pero que criticamos en las formas. Es de Cristina Vera

«Fui a la huelga el 29 de marzo. Hoy, son casi las 19:30hs del 13n y aún no sé si mañana la secundaré o no . No se trata de que la protesta sea útil o inútil. La considero ineludible. Soy partícipe de la innegociable indignación de la mayoría de mis conciudadanos.

Así, entiendo la huelga como un medio de protesta que tiene el trabajador para decir a los poderes (económicos y políticos) que hasta aquí hemos llegado (y desgraciadamente hay mil razones para ello); pero estoy hasta el gorro de ver tras las pancartas a representantes de esos mismos poderes que – porque ahora estén en el banquillo, y no en el gobierno-, se creen legitimados para ocupar un sitio junto a los trabajadores – con el único fin de acelerar por desgaste su salto a los escaños y carteras que ahora ocupan los otros ( y que abandonaron no hace tanto sin hacer nada que evitase la llegada de la indecencia por la que mañana protestaremos).

Es como si se hiciera una huelga contra el gasto de TVE en la retransmisión de los partidos de La Roja y la apoyasen los futbolistas que están en el banquillo, solo porque en ese momento no son titulares.

Tampoco me hace ninguna gracia pensar en los ampulosos editoriales y efectistas coberturas que harán mañana los mismos medios que hoy dejaban en la calle a los 13 colegas que completaban su vergonzante lista de 129. Por no hablar de muchas otras corporaciones mediáticas que ya han aprovechado antes la reforma laboral para sacudirse de las plantillas a casi 10.000 familias. Pienso además en cuantas listas se están ya perpetrando en los despachos, y cuántos de los compañeros que mañana firmarán las coberturas del 14n, estarán en ellas.

No sé si me resulta más indignante que si curro mañana, la administración central use mi «número» como un logro, o compartir pancarta con esta gente y ser usada por ellos.

Yo quiero protestar y levantar la voz, decir que esto es una vergüenza. Sé que si no secundo la Huelga de mañana, me adscribirán al «selecto» club de la «mayoría silenciosa». Sé que si la secundo, voy a salir en la foto con altos cargos y diputados además de en las páginas y programas de la prensa industrial.

Personalmente albergo indignación para más de una sigla, de una administración, de un agente económico. Mi indignación es sistémica. La huelga no sé si lo es.

Ver el Twitter del PSOE congratulándose de que gracias a Rubalcaba se para (retrasan) los deshaucios, no ayuda a que una se decida. Ver la actuación de los sindicatos en distintos asuntos y momentos, menos aun.

Apoyo la #huelgageneral pero no entiendo por qué eso me obliga a tener como vecinos de pancarta a políticos de la oposición y me lleva a alimentar págs de medios que critican pero aprovechan la reforma laboral.

Sigo sin saber qué hacer.

Y ya casi son las 20hs».

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Este es el segundo testimonio, de Torres Burriel, donde numera las razones por las que decidió ir a la huelga:

«¿Por qué yo sí hago huelga?

Porque me siento un trabajador, que ve cómo los derechos de los suyos se ven cercenados, pisoteados y violentados por un Gobierno que engaña a la población.

Porque no me olvido de dónde venimos quienes procedemos de una familia que se ha ganado la vida trabajando a cambio de un salario generalmente miserable.

Porque es un derecho que tengo, y por mucho que la ultraderecha castellana, tan españolísima ella, haga para deslegitimar las iniciativas sindicales, no pienso renunciar a él.

Porque es lo único que como ciudadano puedo hacer para expresar mi descontento con la acción política de todos los partidos.

Porque no me olvido de todos aquellos que antes que yo se jugaron el tipo para poder tener el derecho que tengo ahora de hacer huelga y de expresar libremente lo que escribo.

Porque quiero un futuro mejor para los que vengan.

Porque me asquea ver cómo los terroristas de cuello blanco nadan en la abundancia a cambio del dolor de la clase trabajadora.

Porque tengo conciencia de clase».

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Termino con el testimonio de Ignacio Escolar, que sin complejos, asume que es una huelga política y que precisamente por eso, algo que a algunos nos espanta, hace huelga.

«Pues claro que es una huelga general política, por supuesto que sí. Es una jornada de protesta contra las políticas injustas y equivocadas del Gobierno, que no solo no nos están sacando de la crisis, sino que están agravando las peores consecuencias para una sociedad que está a punto de estallar. La palabra política no sobra: es una huelga contra esa política y por una política distinta; es una protesta para cambiar ese futuro que nos quieren robar aquellos que presentan su política como una inevitable decisión técnica, como si no hubiese otra opción. Por eso resulta indignante que sean los propios políticos conservadores –empezando por la «funcionaria» Esperanza Aguirre, esa liberada del PP– quienes utilicen la palabra «política» como si fuese un insulto, como una forma de descalificar la huelga e incluso pedir su ilegalización.

Por mucho que le moleste al PP, y a Esperanza Aguirre aún más, la política no es solo cosa suya. No es su monopolio. No son ellos los únicos privilegiados que pueden opinar e intentar influir en lo que afecta a la polis: a toda la sociedad. Ni siquiera la mayoría absoluta les da esa potestad porque la democracia no solo consiste en votar y callar. La huelga no es solo un derecho. En las circunstancias que vivimos, es casi una obligación.

Frente al tópico de que no sirve de nada, claro que las huelgas y las manifestaciones sirven para transformar la realidad. Fueron efectivas incluso en el franquismo, durante una dictadura, y en democracia lo son todavía más. Está quedando otra vez claro estos días, con los dos grandes partidos forzados por el malestar ciudadano a parar a toda prisa los desahucios antes de que sean ellos los desahuciados. Su actual urgencia por resolver esta tragedia insoportable no es solo por los recientes suicidios, las últimas gotas que han desbordado el vaso. Antes de esas muertes ha habido miles de personas –especialmente esa Plataforma de Afectados por la Hipoteca a la que tanto debemos como sociedad– que han dicho basta en vez de callarse y han preferido luchar. Porque la peor derrota de todas es la de quienes se rinden sin más».

¿Y tú?
Ahora que ha pasado… ¿Por qué hiciste huelga o fuiste a protestar a las manifestaciones?