1 de agosto.
Mediterráneo
Un amigo-hermano
Nines
Vino Botani de Málaga, blanco, semi áspero y con gotas dulces.
Sal. Toda la sal del mundo que te rodea y que te abrasa la piel
Sol. Todo el sol de una vida que se refleja en tu sonrisa.
Espetos. Solo los como así en Málaga. Son perfectos
Boquerones alimonados, enlimonados o como se diga, con una suave salsa ali oli como en plan Tártara. Melosa.
Una ensalada como las hay miles, pero fresca y con unos gambones y algo de miel.
Brecas.
Adolfo, el cocinero que lleva El Balneario de los Baños del Carmen, el corazón de Málaga, el que late en la mar, te pongas como te pongas, desde aquel lejano almuerzo cuando moría el siglo pasado, me dice que han llegado al trasmallo ocho brecas esta misma madrugada. «No es carne fina como la lubina o el besugo o la dorada, pero suelen ser de piscifactoría, y las brecas son de aquí, saben a mar a roca y a sal con el golpe de brasa». Le respondo que el producto es el producto, una frase que en Donosti es un mantra. Asiente con la cabeza, cocinero de millones de fogones y platos, ante una frase que entiende, respete y oficia. Nos hemos pedido tres de esas brecas de trasmallo, y ni tan siquiera han necesitado limón, tan solo unos sorbos frescos de ese vino blanco malagueño que atiende por Botani.
Podría escribir maravillas, de todo lo que me hace sentir Málaga, de todo lo que me ha dado, y de todo lo que me ha hecho sentir durante estos últimos quince largos años. Así que simplemente dedicaré los 50 veranos a los azules de esta tierra que siento como mía y gracias.
PD. Y que me bañaré aquí contigo. Algún día.