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Puerta Elvira: Mil años te contemplan

Arco

El Arco de Elvira, la puerta de entrada a la vieja ciudad de Granada. Solemne, mayestático, orgulloso, callado, plantado detrás del Triunfo y la Gran Vía, ve pasar los segundos que en su caso son siglos.

Cuando te plantas debajo, sientes la historia, que mil años te contemplan.

La rehabilitación de este monumento singular ha costado 400.000 euros y pasado apenas un año y medio, está lleno de pintadas, cuenta con un entorno degradado completamente y el recinto anexo, uno de los grandes valores que se salvó con la rehabilitación, se encuentra lleno de basura, yerba e incluso arbolillos de ya dos metros.

Todo ello degrada el entorno y el valor propio que le ha conferido la reciente rehabilitación.

Los vecinos y los comerciantes quieren que este espacio que hay junto al Arco de Elvira, completamente vallado, sirva para reactivar la zona.

Propuestas no faltan.
1-Que se incluya en el circuito de Música en los Monumentos
2-Que sirva para dar recitales de flamenco, ya que en el Albaicín apenas hay lugares públicos con capacidad dada su planta.
3-Que sirva también para las muestras como los zocos árabes o las ferias medievales que suelen organizarse en la ciudad
4-Para los mercadillos artesanales de las fiestas como la Navidad

En suma, que este espacio se cede a cualquier organización sin ánimo de lucro para organizar actividades para los ciudadanos.

Y, por supuesto, que se incluya en las visitas turísticas y pueda visitarse.

¿Qué te parece?

Una fotografía del Albaicín, por Arturo Pérez Reverte

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Hoy por la mañana me he vuelto a desayunar el Ideal con mi café con hielo y media de aceite. Tras pasar las páginas de papel he llegado al couché del XL Semanal y me he citado con Arturo Pérez Reverte quien, sorpresa, se ha paseado por Granada y ha subido al Albaicín.

Arturo escribe que sube para escapar del lodo que nos rodea. Con razón. Rememora lo que él sabe que hay entre y desde las cuestas y vistas del viejo barrio.

Se viene abajo con la enumeración de desastres de robos y corruptelas hasta que, magia y precisión, suena un viejo acorde de guitara y es entonces cuando todo cobra sentido.

Ahí, desde San Nicolás, se saborea el Albaicín y la vieja y buena historia de Granada y España y sus gentes y Arturo Pérez Reverte, muchas gracias, lo sabe explicar porque lo comprende.

Ramón L. Pérez, mi compinche, también. Por eso va y te saca esta foto, que creo que es el espíritu que capta Arturo Pérez Reverte y explica en este artículo, que tanto me está gustando.

Una aspirina en Granada

«Granada, o sea. Y enfrente, arriba, la Alhambra, la Roja; la que fue, antes de que los reyes ziríes la pusieran a punto, Hish Garnata. He subido hasta el Albaicín -malditas cuestas, no me extraña que hasta 1492 no conquistaran esto- buscando un analgésico: intentando escapar un rato de lo de abajo. De los periódicos, de la tele, de las tertulias, de los ecos y consecuencias de toda esa gentuza que nos gobierna o desgobierna turnándose cada cuatro años en infamia, cobardía, venalidad. Huyendo del Iva a la cultura, del expolio fiscal, del negocio autonómico con sus beneficiarios y su clientela, de las tiendas cerradas, de las librerías inexistentes, del intolerable desempleo, del robo descarado, sistemático y general perpetrado por el risueño ministro de Hacienda desde que tomó posesión, de las diecisiete taifas españolas, de la impunidad administrativa, de los ayuntamientos que nos asfixian en imbécil papeleo, del estólido analfabetismo de quienes medran rigiéndonos, de la falta de educación pública y privada, de la infanta de las narices, de su legítimo esposo y de ya te seguiré contando. De la demagogia, el cinismo, el embuste, la mezquindad, la poca vergüenza. Tan de aquí. Tan nuestras.

Subo hasta el Albaicín, como digo, a ver si por un rato consigo que todo eso se quede abajo, aunque supongo que verdes me las van a segar y que toda aquella basura, suba a donde suba, me perseguirá con ese hedor que no hay tarjeta postal, por bonita que sea, capaz de quitar de encima. Mirando con envidia a los turistas japoneses, porque llevan en el bolsillo un pasaporte y un billete de avión que podrán sacarlos de aquí. Y en ésas estoy, frente a uno de los paisajes más bellos de Europa, mientras pienso en quienes me lo amargan; masticando entre dientes, como si fueran aspirinas, los versos de Rafael Guillén: «Calles de látigo y garra / por las espaldas del monte / no hay más luna ni horizonte / que el aire que las desgarra». Y me paro en el mirador de San Nicolás para mirar lejos, enfrente, abajo, este lugar que antes de hacer mío con los ojos descubrí en viejos romances dormidos en la biblioteca de mi abuelo, o en los versos, que sé de memoria porque mi padre me los recitó cien veces, sobre la hazaña del pequeño grupo de soldados castellanos que, para devolver una afrenta de los moros -habían arrastrado el crucifijo de una iglesia saqueada por el campo de batalla-, se internaron de noche en la ciudad enemiga para clavar un cartel con las palabras Ave María en la mezquita grande, hoy catedral: «Sorprenden los centinelas, / traban lucha encarnizada, / y Hernán Pérez del Pulgar, / sólo y por toda Granada, / va a la mezquita mayor / y en la puerta, y con su daga…».

En ésas estoy, como digo, contemplando la ciudad, y la vega donde estuvo el campamento cristiano, y las torres bermejas donde guerreros musulmanes cambiaban turnos de guardia. Y considero cuánta historia hay en esas viejas piedras y en este lugar fascinante; y por extensión, en la tierra, país, patria, nación o como se llame, o no se llame, que los alberga. Cuántas cosas a recordar, estudiar y conocer. Cuántas identidades posibles, cuántos legítimos orgullos, cuánta memoria común si desde hace siglos gente decente, no los rufianes miserables y criminales que siempre tuvimos, nos hubiera educado para ello, en vez de envolvernos en banderas, mezquindades, demagogia y vileza. Y sin embargo, me digo, a pesar de todo, a pesar de nosotros mismos, no es una mala tierra. No somos mala gente; o -matizo tras un instante- podríamos fácilmente no serlo. Y como si todo estuviera dispuesto de antemano, en ese momento oigo a mi espalda el rasgueo de una guitarra en la plaza misma. Y me acerco a beber un tinto de verano a la terraza del bar Kiki, y en la puerta hay cinco tíos con tatuajes en el dorso de la mano y un peligro que te rilas, y algún careto donde no hay gota de sangre cristiana desde los Reyes Católicos, sentados a la sombra, dándole a la música -hora y media después me regalarán un cedé con la funda rota donde pone Pastrana escrito con rotulador-. Me siento allí, a su lado, junto a algunos guiris y un grupo de hombres callados, españoles, con pinta de currantes que se han tomado un descanso, y que escuchan la música con mucho respeto. Y esa música es tan buena y tan de verdad, allí, en la plaza del cementerio de San Nicolás, en una sombra fresca del Albaicín, que mojo los labios en mi vaso y sonrío, feliz, mientras miro Hish Garnata a lo lejos y la aspirina me hace efecto, al fin. Los japoneses, concluyo, con su pasaporte y su billete de avión en el bolsillo, no tienen ni puta idea».

Vía Finanzas.com, Gracias.

Taxis por el Albaicín: Dos años de vaivenes, cámaras, pilonas y multas

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Ser taxista en Granada no parece a primera vista una profesión sencilla. Las cambiantes medidas de peatonalización de la Carrera del Darro y del Paseo de los Tristes les afectan directamente y, según critican, «son a peor». Este es un resumen de las medidas que han afectado a los taxis desde que comenzó el proceso de peatonalización, en marzo del año pasado.
La situación original antes del día 6 de marzo de 2012, cuando entra en vigor la peatonalización, es que los taxis tienen el paso libre por la Carrera del Darro y el Paseo de los Tristes. A la entrada del primer paseo hay unas pilonas, que los taxis franquean sin problemas porque tienen una tarjeta. A partir del día 6 de marzo de 2012 se complica todo, critican.
Para empezar ya no pueden transitar por los paseos anteriores y tienen que hacerlo por San Juan de los Reyes, calle que cambia el sentido de la circulación. Se sustituyen las pilonas por cámaras de videovigilancia. La excepción es que los taxis sí pasan por la Carrera del Darro, «si vamos a dejar a un vecino o a un establecimiento hotelero, o si hay llamada previa. En aquel momento, el sistema era muy complicado, porque al pasar con el taxi la cámara te multaba. Entonces había que darle una factura al cliente, quien la entregaba en recepción y se tramitaba así para que nos quitaran la multa».
Este sistema fallaba. Se cambió por un sistema informático con claves, y las teleoperadoras de Radio Taxi metían las claves en el sistema de gestión de cámaras, pero no estaban dados de alta todos los taxis y también llegaban las multas. El último sistema es el de las cámaras que leen las matrículas. «El caso es que el anterior presidente de la Gremial del Taxi, cada semana, tenía que ir a que nos quitaran las multas en persona, que había un follón de ellas», denuncian.
El 11 de abril de 2013 todo volvió a cambiar. El Ayuntamiento autorizó el paso libre a los taxis. Los profesionales, reaccionaron encantados ante esta nueva medida. Sin embargo, todo ha vuelto a cambiar con la vuelta de los autobuses de la Rober, dos líneas, por la Carrera del Darro y los Tristes, anunciada esta misma semana. Ahora, los taxis tienen de nuevo limitado el tránsito y se encuentran negociando el horario de las restricciones para que no les haga mella en su negocio.

 

Coplilla despeatonalizadora del Albaicín

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«El Paseo de los Tristes y la Carrera del Darro/
están peatonalizados/
¿Quién los despeatonalizará?/
El despeatonalizador que los despeatonalice /
buen despeatonalizador será»

Es la coplilla del Albaicín y la Rober, de las protestas que en marzo del año pasado sacaron a los mayores de la Carrera del Daro y del Paseo de los Tristes, bata de guatiné puesta, armados con sus carrillos de la compra y al grito de «queremos una línea Telesfórica», en alusión a la concejala de Movilidad y a su decisión de cortar el paso de los buses de la Rober por los históricos paseos albaicineros.

Meses más tarde, hay un claro vencedor.

No es el equipo de gobierno, a quien ahora es el momento de aplaudir su valentía en la búsqueda de soluciones y toma de decisiones, donde la concejala de Movilidad es un paladín.

No es tampoco la oposición, quien tampoco aporta una solución integral para la cuestión del transporte en el histórico barrio, aunque sí la reivindica.

Es la victoria de los vecinos, que paso a paso, tuit a tui, sábana a sábana, escalando dentro del sistema a través de los mecanismos que establece la Ley de Grandes Ciudades, potenciando el debate, haciendo ciudad haciéndose oír, protestando en la calle y en las asambleas, creando candidaturas y ganado elecciones vecinales, asistiendo a las Juntas Municipales de Distrito, es como, a día de hoy, han doblegado la voluntad del equipo de gobierno

Un gobierno local que, con base en una amplísima mayoría absoluta, solo cometió un error: sostener que contaba con el apoyo de los vecinos desde el primer momento y, como quedó ayer claro en la rueda de prensa en la que se anunció que la Rober volvía a la Carrera del Darro y el Paseo de los Tristes, solo cuenta con el apoyo de los simpatizantes o militantes del Partido Popular vinculados al movimiento vecinal.

Ayer, mi compañero (en prácticas) de sección, Miguel Rodríguez Cárdenas, realizó una ronda telefónica de consultas con todos los implicados, desde el Bajo Albaicín a El Fargue, desde el Sacromonte a Haza Grande, y nadie conocía ni la noticia ni tampoco había sido consultado. Nadie de todos ellos, los verdaderos representantes vecinales, salen en la foto distribuida por el municipio para aplaudir el acuerdo.

Luego, pasa lo que pasa.

Pasa que entras en el Facebook y en el Twitter y la peña, en vez de solazarse por la vuelta de los autobuses al barrio por su recorrido tradicional, escribe que  «ahora vamos a darle la vuelta a San Juan de los Reyes», es decir, devolverle al sentido de la circulación original. Y cierran las conversaciones de forma tajante y comprometida, para quien quiera de verdad escuchar: «La lucha continúa».

MÁS INFORMACIÓN
La foto es de Alfredo Aguilar, de marzo de 2012: «Un grupo de vecinos del Bajo Albaicín contrarios a la reciente peatonalización del Paseo de los Tristes, en la cacerolada de protesta».

Cuando Granada apesta a spray de grafiti

Grafiti Bajo Albaicín

Martes 23 de julio.
Bajo Albaicín
20.30 horas.
Un tipo de 36 años grafitea una especie de Snoopy de color azul que baila y sonríe.
Un vecino llama a la Policía, que envía una aptrulla y lo detiene.

Toda el peso de la ley va a caer encima de esta persona: La Ordenanza de la Convivencia, el Código Penal y una denuncia particular de los dueños del inmueble grafiteado: Puede acabar con sanción económica y el péndulo de uno a tres años de cárcel.

Pero el crimen es quizá otro.
¿Por qué alguien pinta en un barrio que es Patrimonio de la Humanidad, repleto de Bienes de Interés Cultural protegidos?
¿Por qué no se busca un sitio adecuado donde su pintura cobre brillo y alegre eld ía a quien pasa?
¿Por qué…?

Granada está intoxicada de pintura, de grafitis. Sus barrios históricos y monumentos apestan a spray: la Catedral, La Basílica San Juan de Dios, el realejo, el centro y el Albaicín están cubiertos por una manta pintada con el aerosol de la falta de civismo, del desprecio por la conservación de un aptrimonio que es de todos.