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Las guitarras sonaban, áridas, ácidas, aguerridas, ácratas. Negro como code dress, negro como etiqueta punk, diplomacia rock. El 20 de mayo de 2013 se reunía en la plaza de Joe Strummer del Realejo la corporación municipal para rendir homenaje al músico que vivió y bebió y amó y cantó a Granada.

La mayor campaña de promoción de la imagen de Granada y además gratis, como dejó bien claro en su día el propio alcalde de Granada, José Torres Hurtado, tenía su momento de gloria aquella tarde de hace ahora un año con un concierto marvilloso y un homenaje a Strummer en presencia de su familia, de sus fans, de los granadinos, sus vecinos eternos ya.

Aquí os dejo la historia completa de cómo gracias al diario Ideal y al apoyo masivo de cientos de personas, se consiguió que Joe Strummer tenga su plaza en el Realejo (Ver link: ‘Bienvenidos a la placeta de Joe Strummer en Granada‘).

Desde entonces han pasado cosas… de las buenas. El otro día, en el Candela, mítico bar del Realejo, un grupo de jóvenes ingleses preguntaban a medianoche mientras trasegaban cañas mapa en mano dónde quedaban los graffitis y dónde estaba la plaza de Strummer. Que si estaba muy lejos.

Mapa Strummer

Mientras preguntaban mostraban un mapa de Granada en inglés de esos llenos de recomendaciones donde la número cinco del Centro de la ciudad era, precisamente, visitar la plaza de Joe por este mismo hecho y por los graffitis que la circundan. Una muestra, un guiño de la potencia cultural urbana y asociativa y descarada de una ciudad que nunca se sacia y que lo mismo expulsa el Espárrago Rock que le pone una plaza a Strummer o, más recientemente, le concede una merecidísima Medalla de Plata de la Ciudad a Erik, el batería de Los Planetas (Ver link: Medalla al Mérito Planetario).

Pasan más cosas… buenas. Llega Loquillo en febrero a Granada a grabar su disco en directo y, como bien recoge Manuel Jabois en su crónica Cuero de Loco (Ver link): «Loquillo llevaba unos días por Granada olisqueando los azafranes de la Alhambra, llevado como chamán por el Paseo de los Tristes y asomándose a las ventanas moriscas con sudadera de capucha, oculto por unas gafas de sol. Cantó ‘Spanish bombs’, el tema en el que Joe Strummer, asiduo de la ciudad, termina evocando la Guerra Civil en las calles de Granada y el asesinato de Federico García Lorca. Lo hizo en español poniendo en ebullición la grada antes de que empezase a sonar el final del concierto con el inevitable Cadillac en la ladera del Tibidabo».

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Y sí, ahí está el Spanish Bombs con una letra en español potente y acompasada como himno en directo a Granada. Strummer suma y sigue de la mano de los Trogloditos y el liderazgo de Loquillo. No está mal.

Siguen pasando cosas. Ahora, una compañía aérea de las que vuela a Granada traza en su revista de a bordo, su web y su blog una recomendación dedicada a sus viajeros. ¿Qué recomienda? ¿La Alhambra? ¿Las tapas? No. Se marca una ruta Strummeriana. Con un par, que recorre los lugares que visitó el líder de The Clash. (Ver el reportaje en la web de Vueling)

Vueling

En resumidas cuentas, un año después, el ‘Efecto Strummer’, la leyenda y el mito del miembro ‘granaíno’ de los Clash no hace sino crecer, atraer turistas, completar la oferta, generar rutas culturales que recomiendan aerolíneas internacionales y, además, antes del Cadillac Solitario de Loquillo y Los Trogloditas, el Spanish Bombs traducido al español va camino de convertirse en el himno oficial de Granada, de una Granada moderna, innovadora, que ríe, que se divierte, la ciudad más maravillosa de Europa para todos y cada uno de los universitarios de Europa y de España, la ciudad donde todo el mundo quiere vivir al menos una etapa de su vida, la ciudad que nunca duerme a ritmo y tacón flamenco de chispa y sótano abierto hasta el amanecer; Teta enroscada en su ombligo porque puede. La Ciudad Strummeriana.

PD
Hace un año y un día me llamó Jesús Arias. Me contó que no sabía si lo de la plaza le hubiera gustado al bueno de Joe y que por eso no pensaba ir. Luego me contó que lo sopesó, que lo barruntó. Quizá le pudo la curiosidad por ver cómo era quel espacio. El 20 de mayo de 2013, por la noche, llovió fuerte. Fue entonces cuando Jesús Arias se decidió a alargarse a la plaza de Joe Strummer y ahí sentado en el poyete, se echó un trago, se encendió un pitillo y me contó que «estaba de puta madre». En la plaza, de noche y en silencio, solo, estaba Jesús Arias. Algún día le pondremos a él una placa punk en el pecho, porque se lo merece de sobra por músico, por granaíno, por punk, por TNTero, por periodista, por palizas, por broncas y porque nos sale y porque somos así. Gracias, compay.

CRÉDITOS
La foto superior del concierto del 20 de mayo de 2013 es de Alfredo Aguilar y la del concierto de Loquillo es de González Molero.