José Antonio Griñán, presidente de la Junta de Andalucía y del PSOE, y renovado ayer como secretario general de los socialistas andaluces, pretende convertirse también en impulsor de un nuevo tipo de partido. En su contra tiene una nula experiencia orgánica, por que no quiso o no le dejaron. Da igual, pero lo cierto es que presume de no haberse quejado de ello nunca y la clave sea que tiene una cultura o conceptos distintos de las relaciones entre partido y gobierno. Desde que Manuel Chaves abandonó Andalucía, Griñán ha tenido que superar grandes obstáculos internos. Algunos de sus experimentos no le han salido del todo bien, aunque ha sido capaz de superar los escollos y encontrarse ahora más fuerte que nunca. Su mérito ha sido no perder el poder, aunque lo tenga que compartir con IU.
Tras este duodécimo congreso, según él, viene una nueva época. Intentará abrir el PSOE de Andalucía a la ciudadanía, a pesar de que el viernes cerró las puertas del cónclave a la prensa. Pretende crear una plataforma de voluntariado, separar la función institucional del propio partido, ya que desde la primera no se puede movilizar a la sociedad. Y, lo que me parece más importante, intenta poner en marcha una plataforma capaz de crear ideas, desarrollar un nuevo socialismo que aglutine a la izquierda, capaz de aportar soluciones en estos tiempos de crisis. Sabe que el futuro de su formación política pasa por sumar y no restar, ya que corre el riesgo de que sus socios de coalición rentabilicen la acción de gobierno, como lo han hecho en la oposición.
Lo hará después de que sus compañeros socialistas aprobaran su gestión por un 95,5 por 100, aunque saliera respaldado como secretario general por un 71 por 100. Es decir, sin el apoyo de un tercio de los compromisarios de este congreso de Almería.
La interpretación hay que buscarla en los llamados ‘críticos’. ¿Son realmente un tercio de los militantes? ¿Querían dejar de ser meras comparsas? ¿Buscaban poder y por eso presionaron? ¿Se anticiparon? ¿O lo que quería Griñán era sentirse liberado y forzó la situación? El claro exponente ha sido la representación mayoritaria de Jaén, desafiante con su postura, pero muy trascendente al estar implicada su dirección provincial. Es todo un grano…, pero no un cáncer.
Los partidos, todos, están alejados de muchos sentimientos ciudadanos y hasta de la propia realidad. Griñán, igual que cree ser un ejemplo de gobierno en estos tiempos difíciles, considera que es el momento de construir un nuevo modelo de partido. Quizá no le falte razón. Hay mucho que hacer, empezando por la dignificación de la propia política. Y todo ello pretende realizarlo con una fuerte remodelación de su ejecutiva, diseñada a su gusto y con las personas que considera más idóneas. Se pone fin a una etapa y se abre otra. Y en eso, por mucho morbo que tuviera el castigo de los votos en blanco, que haya listas alternativas a algunos órganos en pos de conseguir sus cuotas territoriales, al final, como siempre, las grandes decisiones se cocinarán en una mesa camilla. No creo que haya fracturas y las heridas se curan con el tiempo. ¿No les parece?