Hace un par de semanas les avanzaba que abordaría dos de los grandes riesgos que se corren cuando padecemos una severa crisis en la que los problemas se extienden como un mantra y la situación es susceptible de empeorar. Ya les comenté también hace algún tiempo que desgraciadamente corríamos el riesgo de que a la crisis económica se le sumara la fractura social e institucional, como está ocurriendo con ciertas protestas y manifestaciones, así como con posturas políticas soberanistas o independentistas.
Es verdad que a perro flaco todo se le vuelven pulgas, pero eso no justifica que desde posturas intransigentes se juzgue la parte por el todo. La clase política española pasa por momentos difíciles. Sufre las críticas y hasta el acoso por parte de quienes consideran que la responsabilidad de la situación es suya o porque demuestran, además, la incapacidad para poder salir de ella.
Resulta fácil expresarse así, pero pueden ser los primeros pasos para concluir y aceptar la demagogia como solución de todos los males y llegar a algún tipo de populismo. Ambos son bombas de relojería contra la democracia. Lo de encontrar un ‘salvador de la patria’ nos retrotrae a tiempos que son para olvidar. Se puede protestar contra nuestros representantes, aunque nos representan y gozan de toda legitimidad. Podemos pedir que se convoque un referéndum y hasta que nos toque la lotería, aunque hacer caer al actual sistema no nos garantiza que otro vaya a ser mejor.
No es momento para sugerir más recortes, ya tenemos bastantes, en uno de los derechos fundamentales de la democracia, el de reunión y manifestación, pero sí reconocer que una de las mejores medicinas para aplicar ahora es ejercer la transparencia y la participación ciudadana. Por ello, esta semana que concluye me siento algo feliz. El Pleno del Parlamento de Andalucía aprobó por unanimidad lo que se ha denominado «escaño 110», lo que permitirá que puedan intervenir en la Cámara aquellos promotores de iniciativas legislativas populares.
Y, además, inmersos en los problemas económicos, se ha producido otro hecho muy relevante, por cuanto tiene de insólito y excepcional, hablar de entendimiento entre destacados miembros del PP y socialistas. Así, el ministro de Hacienda, el ‘popular’ Cristóbal Montoro, ha elogiado el buen clima en las relaciones y acuerdos que mantiene con la Junta de Andalucía, gobernada por PSOE e IU, en materia de financiación autonómica. Esto me hace pensar que así se funciona mejor en este país. ¿No les parece?