Lo dijo alto y claro Mariano Rajoy, para que los periodistas no le hicieran muchas preguntas en Bruselas este viernes: «Estoy un poquillo cansado», tras la celebración de la maratoniana cumbre en la que finalmente se aprobaron los presupuestos europeos. ¿Y quién no se encuentra cansado? Lo estamos del paro, la crisis y un panorama político en el que, por desgracia, la corrupción o determinados comportamientos se presentan como muy alejados de la ética y la estética. En fin, más sombras que luces, en una situación en la que el hastío, el desencanto, la demagogia, el difama que algo queda y el y tú más, tienen carta de naturaleza.
Conocemos las declaraciones de la renta y el patrimonio del presidente del Gobierno. Sin duda, un gran ejercicio de transparencia y un ejemplar precedente. A pesar de remontarse diez años atrás, el doble de lo que fija una inspección de Hacienda, ya había ayer quien decía que solo detallaba un año de la etapa de Aznar, que presentaba ejercicios en los que cobraba de tres procedencias, su partido, el Congreso de Diputados y como ex miembro del Gobierno. Incluso quien censuraba un aumento de sus retribuciones en plena crisis y quien no entendía que como jefe del Ejecutivo ganara tres veces menos que como líder de la oposición.
Me temo que ante todo esto gran parte de la ciudadanía tiene ya su veredicto y será muy difícil que cambie de opinión, porque su percepción no se ha ido formando a golpe de titulares y primeras páginas de periódicos, sino de contemplar con sus propios ojos actitudes y trayectorias de quienes han sido o son cargos públicos de su entorno.
Aplaudo también que el Partido Popular muestre sus cuentas desde 2008, aunque sea lamentable que las auditorías públicas no hayan llegado todavía a ese año. En eso deben esforzarse quienes nos gobiernan si quieren ganar credibilidad. Cada uno manda en su casa, pero llama la atención que en plena recesión el capítulo dedicado al gasto de personal se incrementara.
Hemos visto esta semana a Bárcenas acudir a la Fiscalía, negar todo, incluso que fuera su letra la que aparece en los famosos papeles. Opiniones sobre el caso hay como colores. Se habla de montaje contra el PP, que el tema se desinfla y se volverá contra quienes lo han alimentado, que si ha llegado a un pacto con el extesorero del PP, mientras otros aventuran que habrá nuevas sorpresas.
Me sumo a ese cansancio, pero sobre todo al desconcierto. Insisto en la presunción de la inocencia, pero falta todavía mucha más transparencia e información, dejando a un lado los intereses o venganzas, que también pueden existir. Discrepo de Rajoy cuando dijo también este viernes, al ser cuestionado sobre Bárcenas: «No vamos a darle más vueltas, no voy a estar en esto porque si no, no acabamos nunca». Hacen falta vueltas, luz y taquígrafos, más controles, y que nuestros representantes se esfuercen en poner fin a ciertas prácticas que siembran dudas hacia el comportamiento de algunos políticos, no todos, es verdad. Apelo a Rajoy: «No llegué a la política para enriquecerme». Que, a partir de ahora, lo tengan claro sin excepciones. ¿No les parece?