La presidenta de la Junta de Andalucía ha tenido esta pasada semana una triple presencia en Madrid, después de que la anterior protagonizara su puesta de largo en la Villa y Corte. El auditorio del hotel Ritz se rindió a los pies de Susana Díaz. Su discurso, en el que reconoció los errores de Rodríguez Zapatero con Cataluña, fue un acierto y sorprendió gratamente a gran parte de la opinión pública.
Este miércoles pasó por la calle Ferraz, sede de su partido, para entrevistarse con Alfredo Pérez Rubalcaba y preparar la entrevista que Díaz celebraría el día siguiente con Mariano Rajoy. La presidenta tiene muy claro que su territorio es Andalucía. Esta comunidad autónoma tiene estatus de nacionalidad histórica, es la más poblada de España y la segunda en extensión, aunque cuarta respecto al Producto Interior Bruto y, por desgracia, muy por encima de la media en cuanto a desempleo. Para los socialistas es la federación más numerosa en cuanto a la militancia, mientras que institucionalmente representa la única donde ocupan el poder en alguna autonomía, junto a los asturianos.
Consciente del peso de Andalucía, al día siguiente, jueves, Susana Díaz fue recibida en Moncloa, con el objetivo de proponer a Rajoy un pacto contra la corrupción. «No puede ser un arma –dijo ella– para aniquilar al adversario y tiene que ser combatida por todos los partidos, y hacerlo sin fisura, afecte a quien afecte». Ahí está ese compromiso en busca de la regeneración. No se trata de tapar a Bárcenas o los ERE. Otra cosa es saber lo que hará el presidente de Gobierno, quien no se caracteriza por la celeridad ni la toma de decisiones rápidas, así como conocer la actitud de Rubalcaba. Ambos, a la greña, viven una etapa de ruptura en sus relaciones.
No creo que Susana Díaz intente ningunear a Rubalcaba, dejarle al pie de los caballos o desplazarle. Su misión es defender lo que cree que es fundamental y prioritario para esta tierra. Desde luego, luchar contra la corrupción. Andalucía tiene en marcha un proyecto de ley sobre transparencia política y el Gobierno central otro, por lo que la ley de bases no puede quedar por debajo de la autonómica. Díaz está dispuesta a enarbolar esa bandera y esa lucha. Ejemplos da, como mostrar su declaración de la renta y la de su cónyuge, junto con todos sus consejeros.
Pero hubo una tercera visita a Madrid esta semana de Susana Díaz. Ayer acudió al desfile de la fiesta nacional y la posterior recepción en el Palacio Real, quizá en el momento que se debe visualizar más la unidad de España y el respeto a la Constitución y la Corona. Todas sus presencias en la capital de España demuestran que Susana Díaz tienen muy bien definido su territorio. Bastante hace con sacar adelante Andalucía, lo cual no es poco. Ver otra cosa es jugar a fantasías. ¿No les parece?