Esta semana el presidente del Gobierno y del Partido Popular, Mariano Rajoy, se ha sentido inmensamente contento y satisfecho al escuchar a Barack Obama decir que si la situación económica española había mejorado era «gracias a su gran liderazgo». Henchido de alegría y optimismo, ello le permitió pronosticar en un acto celebrado en el monasterio de Yuste, tres días después de visitar la Casa Blanca, que «tendremos un mañana colmado de días azules y soleados». Entiendan, amigos lectores, que el líder no se refería a la previsión meteorológica de este fin de semana, sino a que lo peor ha pasado ya.
Rajoy y su liderazgo tendrán que afrontar todavía serias adversidades, como que esas mejoras se perciban en la economía doméstica, especialmente con la creación de empleo. Tiene por delante el grave problema de la deriva soberanista planteado por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, y que esta semana ha provocado otro colateral entre los socialistas catalanes. Me temo que no será el único si en el País Vasco se camina por la misma senda, de la mano de la izquierda abertzale.
Además, deberá digerir otra patata caliente, muy relacionada con todo esto, la financiación autonómica. Pero para eso contará con la valiosa ayuda del habilidoso ministro Cristóbal Montoro.
Y quedan más reformas, entre ellas la fiscal. Aunque ha dejado claro Rajoy que no habrá nuevos recortes, me cuesta creerlo porque siempre que se tocan los impuestos es para subirlos, por mucho que se diga que es una reorganización o nueva estructuración.
Además, el líder popular tendrá que dirigir el proceso de las elecciones europeas en mayo, lo que es muy posible que provoque, antes o después, una crisis de gobierno. Y lo más importante, aquí en Andalucía, debe elegir a alguien para que lleve las riendas del partido y se presente como rival de Susana Díaz. Ya sabemos que no le gusta que nadie le imponga el calendario, pero aquí estamos como el pollo al que le cortan la cabeza, «esnortaos», y hasta el bueno de Juan Ignacio Zoido está cansado de esperar. Ha puesto todos sus huevos en la cesta de José Luis Sanz, secretario general y alcalde de Tomares, donde se ha imputado a tres concejales suyos. Hay quien dice que este tema sale de entre las propias filas para socavar su candidatura. Zoido dijo este viernes con acierto que Sanz era serio y responsable. Pero lo que le hará falta a quien designe el carismático Rajoy es que le transmita algo de ese liderazgo que elogió Obama. Porque falta le hará. De momento brilla, precisamente, por su ausencia. ¿No les parece?