Mañana se celebra el consejo de ministros en el que tras su deliberación el presidente del Gobierno propondrá la disolución de las cámaras con la convocatoria de elecciones el 20 de diciembre, que será decretada por el Rey, pero la carrera hacia las urnas se ha iniciado hace tiempo.
Los hay lentos y veloces. En la elaboración de las listas Ciudadanos y Podemos se anticiparon el pasado julio con unas primarias singulares no exentas de algunas sombras. IU y las plataformas de izquierda están en ello, después de no haberse dejado fagocitar por Pablo Iglesias. El PSOE, tras un sonoro fichaje, ha hecho una renovación importante en sus filas, casi del 80 por 100. Donde no se ha abierto el melón es en el PP. Ya sabemos que los tiempos que marca Rajoy y sus decisiones no se caracterizan por las prisas, aunque parece que se irán ya soltando nombres.
El acta de diputado o senador es garantía de unos ingresos nada desdeñables y sirve en ocasiones como premio o recompensa. Será lo que ocurra con altos cargos del Gobierno, que deben estar en puestos de salida y desplazarán a otros. No sería descartable la llegada a Andalucía de estos llamados cuneros o paracaidistas. Alguno lleva ya años y se ha mimetizado con la provincia, como Rafael Hernando en Almería. Su cargo de portavoz parlamentario y su contundente entrega en defensa de la política de su partido, le hacen incuestionable cabeza de lista, muy posiblemente acompañado por Javier Arenas, para quien es difícil de explicar la renovación cuando empezó como concejal en 1983. Le pasa lo mismo a Teófila Martínez, que irá por Cádiz. En Jaén, por fin el alcalde, José Enrique Fernández de Moya, cumplirá su deseo de abandonar la alcaldía, a pesar de su reciente reválida en el poder, mientras que por Granada la encabezará Concha de Santa Ana. En el resto de provincias, completo mi quiniela con José Antonio Nieto por Córdoba; José María García Urbano, alcalde de Estepona, por Málaga; Juan Ignacio Zoido en Sevilla y Fátima Báñez por Huelva.
Rajoy, respaldado esta semana por datos favorables sobre empleo y arropado por toda la derecha europea, sí ha abierto el debate para que gobierne el partido más votado. Ha ocurrido así en la historia de nuestra democracia. El último presidente socialista, Rodríguez Zapatero, se comprometió a ello, pero su sucesor al frente del partido y ahora candidato, Pedro Sánchez, no está por la labor. Es verdad que antes era cuestión de dos grandes partidos y ahora son cuatro en liza más los nacionalistas e independentistas. La legalidad y la aritmética parlamentaria lo permiten en nuestro sistema parlamentario, pero creo que sería imprescindible que el conjunto de la ciudadanía aceptara con total naturalidad un gobierno de perdedores porque tuviera suficiente respaldo de votos populares, como ocurrió en Andalucía cuando perdió Arenas. Ahora, además, hay quien tendrá la llave. ¿No les parece?